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Protegida dondequiera que esté

Del número de marzo de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace dos años, decidí viajar a un país asiático con un programa de intercambio de la universidad para estudiar mercadotecnia. Extrañaba mucho mi casa y hablaba muy a menudo con mi mamá quien me ayudaba recordándome que Dios con Su amor me había provisto de un hogar, y que ese hogar es mi consciencia.

Cuando estaba por terminar el primer semestre, al no poder quedarme otro semestre más, pues no tenia materias que me revalidaran, traté de encontrar una pasantía en una empresa de la zona. Como no estaba teniendo éxito, finalmente puse todo en manos de Dios. Al estudiar Ciencia y Salud me aferraba a estas palabras de Mary Baker Eddy: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana.”Ciencia y Salud, pág. 494. Así fue como una semana antes de que acabaran mis clases, una empresa multinacional me ofreció un trabajo para hacer justamente lo que yo quería: introducir un producto en esa nueva cultura.

Acepté esa pasantía con gratitud, aunque tuve que mudarme a otra ciudad y dejar atrás mis amistades. Me fui con lo básico que necesitaba, pude encontrar un lugar donde vivir y la práctica del trabajo me gustó mucho.

En las siguientes semanas tuve renovar mi visa dos veces. La primera vez, para tramitarla, tuve que viajar a un país vecino que nunca había visitado antes y donde me quedé poco tiempo. El día que me la entregaron me robaron la cartera con todos mis documentos y mi dinero. Recuerdo que me puse a orar de inmediato para que Dios me indicara qué hacer. Persistí en que el Amor divino estaba constantemente conmigo y que estaba en Sus manos revelarme lo que debía hacer. Allí recordé que días antes había visitado en ese país una iglesia de la Ciencia Cristiana y que tenía la información de varias personas. Cuando me comuniqué con una de ellas, me prestó su ayuda y tres días después pude regresar al otro país con una visa por 30 días.

La segunda vez decidí renovar la visa localmente. Me enteré de que era más fácil tramitarla registrándome en una escuela de idiomas, así que busqué en Internet y encontré una escuela donde me ofrecieron una visa por seis meses con múltiples entradas a través de una agencia, y acepté su ayuda. En la agencia me dijeron que para darme la visa tenía que decir, si las autoridades me preguntaban, que yo le había solicitado a esta agencia que hiciera una investigación de mercado. Viendo el beneficio, no puse demasiada atención en decir una mentira, y metieron mis papeles con la empresa.

A los pocos días me citaron para que fuera a una entrevista en las oficinas donde se tramitan las visas. Antes de ir llamé a mi mamá, quien me aseguró que me estaba moviendo en los brazos del Amor divino, que estuviera tranquila y fuera con confianza porque todo iba a estar bien. No obstante, yo iba muy asustada.

Cuando llegué a la cita me encontré con las personas de la agencia, pero luego me hicieron pasar sola a un cuartito donde había un oficial y otros policías, una mesita, una lámpara, ¡como en las películas! El oficial estuvo cinco horas haciéndome preguntas muy específicas, durante las cuales tuve que dar cuenta de fechas y lugares y de qué estaba yo haciendo en ese país. Traté de explicarle todo, pero cuando él quería información muy específica, yo no podía dársela porque ya no tenía mi pasaporte. Él gritaba diciendo que yo quería engañar al gobierno, y luego me volvía a preguntar lo mismo.

Empecé a orar para tener firme en mi pensamiento que la ley de Dios estaba gobernando y que nada malo podía pasarme. Por momentos, repetía mentalmente estas frases que había memorizado do de Ciencia y Salud: "No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo".Ibíd., pág. 468.

Finalmente, el oficial escribió una declaración en su idioma para que la firmara y me pudiera ir. Alguien me la tradujo y la firmé.

Tan pronto pude llamé a mi familia para contarles lo ocurrido. Con mi mamá en México, nos conectamos juntas a Internet y escuchamos parres de la Lección Bíblica Semanal de la Ciencia Cristiana, y oramos con esas ideas espirituales.

Cuando traté de conseguir mis papeles se negaron a dármelos, y entonces pedí la intervención del Consulado mexicano. Durante ese período recuerdo que tuve que orar para superar el resentimiento y para ver a todos los que eran parte de este trámite como los hijos perfectos de Dios.

En cuestión de días, todo se solucionó. Me entregaron mis documentos dos días antes de que venciera mi visa, y pude regresar a México.

En el país asiático no quedó expediente alguno de este incidente, de modo que puedo volver en cualquier momento.

Para mí esta fue la lección de vida más grande que he tenido. Aprendí que estoy siempre bajo la protección de Dios, y que mi libertad no me la da el gobierno de ningún país, sino que permanece en la Mente divina y proviene de Ella. También comprendí la importancia de no permitir ser tentada a participar de un engaño, y saber que mi Padre-Madre Dios siempre está conmigo guiándome, protegiéndome, dándome la sabiduría, la inteligencia y la provisión que yo necesite todo el tiempo.

Ahora sé con certeza que mi hogar es mi consciencia, la Mente infinita, "y en la casa [la consciencia] del [Amor] moraré por largos días",ibíd., pág. 578. segura, feliz y libre.

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