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La profecía y el futuro de nuestra Iglesia

Del número de marzo de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La siguiente pregunta surgió en casi todas las reuniones que la Junta Directiva tuvo en los últimos cinco años con Científicos Cristianos alrededor del mundo: "¿En qué situación piensan ustedes que estará nuestra Iglesia dentro de 50 años?" A veces, uno siente preocupación en la voz de la persona que hace la pregunta. Otras, ve que los lápices dejan de tomar nota, como si la gente esperara escuchar acerca de un plan más elaborado para la expansión de la Iglesia. Pero al orar por esta pregunta con miembros de seis continentes, todos hemos llegado siempre a la misma conclusión: El futuro de la Iglesia de Cristo, Científico, está seguro como una roca.

¿Cómo es posible, cuando el número de practicistas, enfermeros e iglesias de la Ciencia Cristiana que se anuncian en el Journal ha disminuido considerablemente en los últimos 50 años? Para mí, todo se reduce a una palabra: Profecía. La profecía ve más allá de las estadísticas materiales hacia la realidad espiritual de la Iglesia como una fuerza espiritual transformadora de proporciones milenarias, como el Cristo de Dios trabajando irresistiblemente en el mundo ahora y para siempre. Ciertamente, el número de miembros, los bienes económicos, los niveles de suscripciones, son factores que no pueden ignorarse. Pero estos palidecen cuando los consideramos dentro del contexto que establece Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, donde ella define a un Profeta como: "Un vidente espiritual; la desaparición del sentido material ante la consciencia de las realidades de la Verdad espiritual".Ciencia y Salud, pág. 593.

Jesús, el profeta supremo de todos los tiempos, fundó su Iglesia sobre una base espiritual muy simple, sobre el reconocimiento maravilloso que hizo Pedro de que Jesús era "el Cristo, el Hijo del Dios viviente". Y el Maestro luego profetizó que su Iglesia no sólo sobreviviría a través de todos los tiempos, sino que vencería las mismas "puertas del Hades".Mateo 16:16-18.

¿Por qué estaba Jesús tan confiado en el futuro de su Iglesia? Tal vez porque toda la obra de su vida fue el cumplimiento de la profecía divina. Él era el Mesías que Elías, Jeremías e Isaías habían predicho que sanaría las heridas de Israel, traería paz a la humanidad y la liberaría de la esclavitud de todo tipo.

Y justo antes de su crucifixión, Jesús les dijo a sus apóstoles algo maravilloso acerca de su Iglesia. Les prometió que les traería un Consolador.Véase Juan 14:12-26. Este Consolador, este Espíritu Santo, daría poder a sus seguidores para sanar como él hizo. Para que hicieran aún "mayores obras" que él.

Aquellos de nosotros cuyas vidas han cambiado radicalmente—que en verdad han renacido—gracias al descubrimiento de la Ciencia Cristiana que hizo Mary Baker Eddy, podemos decirte por experiencia propia que es en verdad el Consolador, la Segunda Venida del Cristo. A diario, hemos experimentado este Consolador. Hemos sentido cómo nos leuda y sana, abogando por nuestra verdadera identidad espiritual a semejanza de Dios y defendiéndola. De modo que sabemos en nuestro corazón que el Consolador mismo es la energía imparable que respalda nuestra Iglesia.

Pero no podemos dejarlo ahí. Tú y yo no podemos despreocuparnos y suponer que nosotros no tenemos un papel especial que desempeñar en el futuro de nuestra Iglesia, o que a la humanidad no le preocupa cómo vivimos nuestra vida. Que realmente no importa si asistimos o no a los servicios religiosos, oramos por nuestra Sala de Lectura, enseñamos en la Escuela Dominical, apoyamos las publicaciones periódicas de la iglesia, o nos preparamos para ser sanadores cristianos.

Sí, Jesús y Mary Baker Eddy cumplieron la profecía bíblica, pero tú y yo también tenemos nuestra parte esencial en el cumplimiento de la profecía. Nuestras curaciones, nuestras reconciliaciones y la poesía de nuestra vida diaria son una evidencia del poder y la gloria del Consolador. Todo eso ayuda a cambiar el equilibrio del pensamiento, del mundo de la materia al Espíritu, de la guerra a la paz, de la sensualidad al Alma, de la atención material de la salud a la espiritual.

Es verdad, la profecía exige un compromiso constante. La Ciencia Cristiana es una Ciencia aplicada que requiere resultados concretos o demostración. La Sra. Eddy escribió: "La Ciencia Cristiana es más que un profeta o una profecía: presenta no solamente palabras, sino obras—la demostración diaria de la Verdad y el Amor".Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 373. La curación que tú y yo traemos hoy asegura que nuestra Iglesia será fuerte y dinámica mañana. Y todos los mañanas siguientes.

Mary Baker Eddy nos ha dado "el niño" de "la curación cristiana".Ibíd., pág. 370. Ahora es nuestro inefable privilegio alimentar al niño de la profecía, hacerlo nuestro, valorarlo, compartirlo, así como salvaguardar su futuro contra todo lo que se oponga a él.

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