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Segundo Siglo de la Ciencia Cristiana: profundidad, demonstración, dimensión

Una perspectiva más amplia

quinta parte

Del número de marzo de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tengo miembros de mi familia que han vivido en una residencia establecida hace más de 250 años, cuando Estados Unidos era todavía una colonia británica. Hay evidencias de su pionera labor en todos lados: imponentes paredes de piedra, campos desmontados, así como escalones y pilares de granito cortados y traídos desde la cima de la colina. Sus cartas y diarios personales dan una indicación de la determinación y el amor que tuvieron que expresar para permanecer allí a pesar de los desafíos. Estas experiencias me han hecho sentir un renovado aprecio por lo que significa, como Científica Cristiana, ser un pionero en la curación cristiana.

Si pensamos que más de mil millones de personas se consideran hoy cristianas, tal vez parezca que se acabó la época de ser un pionero del cristianismo. Aunque las enseñanzas de Jesús quizás sean muy bien conocidas, seguir su ejemplo practicando la curación espiritual sigue siendo algo totalmente nuevo. Para algunos puede que esta posibilidad parezca tan misteriosa e inalcanzable como en un principio los sombríos bosques de New Hampshire les parecieron a los primeros colonos. No obstante, los esfuerzos que hace un pionero para desbrozar un campo brinda a todos los que pasan por allí una vista mucho más amplia.

Mediante su descubrimiento del Principio y las reglas que son la base del ministerio sanador de Cristo Jesús, Mary Baker Eddy abrió el camino para que todos experimentemos la salud y la libertad que, como Jesús probó, es el derecho natural de todos. Ella dio al mundo la completa explicación de estas leyes espirituales en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Al describir su labor pionera, la Sra. Eddy escribió: "A los lisiados, los sordos, los mudos, los ciegos, los enfermos, los sensuales y los pecadores quise salvar de la esclavitud de sus propias creencias y de los sistemas educativos de los faraones, quienes hoy, como antaño, tienen a los hijos de Israel en servidumbre. Vi ante mí el terrible conflicto, el Mar Rojo y el desierto; pero me abrí paso con fe en Dios, confiando en la Verdad, el fuerte libertador, para que me guiara hacia la tierra de la Ciencia Cristiana, donde las cadenas caen y los derechos del hombre son plenamente conocidos y reconocidos".Ciencia y Salud, págs. 226-227.

Esta "tierra de la Ciencia Cristiana" está al alcance de todo aquel que está dispuesto a mirar más allá de las apariencias que se ven en la superficie. Ese es el terreno espiritual y la vista es majestuosa. En ella, vemos la realidad de Dios gobernando todo con inteligencia y amor. Comenzamos a percibir cuánto valemos para Dios como Su semejanza amada, expresando Su naturaleza y poder. Se hace evidente la naturalidad del bien y la seguridad de vivir bajo Su cuidado. Aunque sólo sea una vislumbre de estos grandes hechos espirituales, nos libera de los grilletes mentales que nos tientan a creer que vivimos una vida dominada por condiciones materiales. Nos eleva para que percibamos el derecho divino que tenemos de sentir todo el bien que Dios produce.

Entre los diarios personales y documentos, nuestra familia encontró una conmovedora carta que ilustra el valor que se requiere para ir en contra de la sabiduría convencional. La carta estaba dirigida a una hija y a su esposo, quienes habían sido llamados para que regresaran a cuidar de la granja, y esta carta los instaba a que no fueran. El padre delineaba detalladamente todas las razones por las cuales mudarse a esa tierra "abandonada por Dios" sería desastroso tanto económica como emocionalmente. Su razonamiento acerca de las tendencias comerciales y las personalidades envueltas en la situación era acertado y bien fundamentado. Lamentablemente, llegaba a la conclusión de que debido a la salud de su hija, ella moriría debido al estrés en menos de cinco años.

La respuesta de la joven pareja es un misterio. No obstante, lo pronosticado nunca se cumplió durante los cincuenta años que vivieron en la granja. Cada uno empezó un negocio modesto que les dio más que suficiente provisión, su buena salud y vigor están bien documentados, y el padre finalmente vino a vivir aquí también. Ellos no sólo sobrevivieron, sino que progresaron muchísimo.

Amigos y vecinos bien intencionados—incluso los gobiernos—tal vez piensen que apoyarse en medios espirituales para la curación es un grave error. Sus objeciones, como la carta de este señor, puede que se basen en el razonamiento material que carece del conocimiento de posibilidades más elevadas. Una curación que silenciosamente se produce confiando en la ley de Dios, la Ciencia Cristiana, puede parecer insignificante ante la masiva adhesión a la medicina convencional. No obstante, cada curación prueba científicamente un hecho eterno. Es una ruptura en la cadena de la ciencia basada en la materia.

Estas curaciones vienen con un precio. Recurren a quienes han experimentado curaciones cristianas concretas para que se ocupen de que otros también las puedan conocer. El mundo ansía la simplicidad y disponibilidad del sistema de curación de Cristo Jesús. Como señala la primera página de Ciencia y Salud: ''Un libro presenta pensamientos nuevos, pero no puede hacerlos rápidamente comprensibles. Es tarea del explorador tenaz derribar el alto roble y cortar el tosco granito. Las generaciones futuras tendrán que declarar lo que ha logrado el explorador".Ibid., pág. vii.

Este libro, junto con la Biblia, es el cincel y el hacha del sanador cristiano. Los mismos nos permiten a todos utilizar los grandes hechos espirituales que transforman la experiencia humana y limpian el paisaje mental de los temores que traen discordancia. Estos libros hacen entrar a todo sincero buscador de la verdad en la tierra ''donde las cadenas caen y los derechos del hombre son plenamente conocidos y reconocidos".

Cuando mi hija era pequeña, nos dijeron a mi esposo y a mi que ella tenía un defecto en la boca que le impedía hablar normalmente. Era el peor caso de anquiloglosia que este dentista había visto. Comentó que la cirugía podía ser una solución, y nos recomendó que no tratáramos de corregir su manera de hablar porque era la mejor forma en que ella podía expresarse y se desalentaría. Este diagnóstico pudo haber sido desolador. Pero en lugar de eso, fortaleció nuestra lealtad a Dios como su Hacedor, la única causa que determinaba sus habilidades y experiencia.

Un relato en la Biblia nos resultó útil cuando oramos por mi hija. Jesús declaró, dirigiéndose a un hombre que no podía hablar,: "Sé abierto", y "se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien".Véase Marcos 7:32-35. Al tratar de comprender las leyes espirituales que fundamentaron esta curación, sentí la convicción celestial de que este no era un suceso destinado a ocurrir una sola vez. El Cristo estaba con nuestra familia con tanto poder como cuando Jesús sanaba, y estaba abriendo nuestro pensamiento para admitir la perfección de mi hija que Dios había creado.

La Sra. Eddy explica la base científica de una curación similar relatada en los Evangelios. Ella escribe: "En este caso fue el mal de mudez, un error del sentido material, que fue echado fuera por la verdad espiritual del ser; o sea, que la facultad de hablar pertenece a la Mente y no a la materia, y que el poder errado, o sentido perdido, tiene que ceder al sentido correcto, y existir en la Mente".Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 190.

Estas citas hicieron desaparecer todo el temor que sentía por el futuro de mi hija. Yo sabía que ella estaba sana, y así fue. Su habla evolucionó de manera natural y normal. Pocos años después, su maestra dijo que habían elegido a nuestra hija para narrar una obra de teatro de la escuela porque tenía una dicción sumamente clara. Las numerosas representaciones y discursos que tuvo que dar a lo largo de los años confirmaron su completa curación.

Una curación como esta, tan simple, rápida y pura, despierta una profunda gratitud a Dios. Nos inspira a hacer que los demás conozcan la curación en la Ciencia Cristiana. Pero muy a menudo este deseo se esfuma. Nos vemos muy ocupados. Nos olvidamos de la alegría que experimentamos en esa ocasión. Regresamos a la vida de todos los días. ¿Qué produce esto? ¿Por qué existe un abismo tan grande entre lo que nos proponemos hacer y lo que logramos espiritualmente? Al tratar de responder a esta pregunta, tenemos la tendencia de culparnos a nosotros mismos, sin darnos cuenta de que es el efecto de lo que la Biblia denomina la mente carnal.

Esta mentalidad, antagónica al Espíritu y al Amor, trata todos los trucos posibles para que el explorador tenaz ponga de lado su hacha y su cincel y deje de trabajar. Quisiera desperdiciar sus energías a través de la distracción—reordenando las prioridades de manera tal que lo espiritual termine al final de la lista—y debilita paulatinamente su comprensión mediante la intimidación, exagerando el poder del enemigo y plantando semillas de duda. Estas tácticas sólo tienen éxito si no se detectan y no se enfrentan con la "Verdad, el fuerte libertador". La mano divina sostiene, alienta y defiende a cada explorador en la curación cristiana. No estamos solos.

A menudo pienso en esto cuando recuerdo uno de los registros de los diarios de la familia. En una ocasión, una fuerte tormenta de nieve bloqueó el camino entre nuestra granja y la de los vecinos. Por más de una semana, el escritor paleó nieve seis horas por día en dirección de su vecino. De pronto, gozosos, se encontraron en el medio. El vecino había estado paleando desde su casa, y juntos abrieron el camino para otras personas.

Se requiere determinación y amor para continuar solos trabajando con Dios, por Su Causa. ¡Pero otros están trabajando también! El sanador pionero está limpiando el camino en que se acumulan las creencias materiales que aceptan la enfermedad y la limitación. Estas creencias son falsas, y finalmente se disuelven en el resplandor del amor de Dios, de la misma forma que con el tiempo desaparecieron los efectos de aquella tormenta de nieve.

La Sra. Eddy escribió lo siguiente a los miembros de Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Atlanta, Georgia: "A medida que trabajáis, los tiempos adelantan; porque la majestad de la Ciencia Cristiana enseña la majestad del hombre. ...Las oraciones silenciosas de nuestras iglesias, resonando a través de los oscuros corredores del tiempo, avanzan en ondas sonoras, un diapasón de latidos del corazón, vibrando de un púlpito a otro y de un corazón a otro, hasta que la verdad y el amor, uniéndose en una oración sincera, abracen y cementen la raza humana".La Primera Iglesia de Cristo, Cientifico, y Miscelánea, pág. 188-189. Esta meta merece que demos lo mejor de nosotros. Como testigos de la majestad del hombre, como lo revela la Ciencia Cristiana, somos llamados a tener una renovada determinación y a reavivar nuestros esfuerzos para que el mundo tenga una perspectiva más clara y limpia.

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