Hace dos años, empecé a tener una hemorragia que no estaba relacionada con el período. El sangrado duraba muchos días y era tan fuerte que a veces tenía náuseas. También me puse muy pálida y me sentía débil.
Mi familia, vecinos y colegas del trabajo se preocuparon mucho cuando notaron mi palidez y mi cansancio. Todos insistieron en que fuera al médico.
Leía la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana todos los días. Con este estudio, profundizaba mi conocimiento de la verdadera naturaleza de mi ser, que es espiritual y perfecta porque soy la imagen y semejanza de Dios, quien es el bien infinito e inmutable. Me aferraba a las verdades de la Lección Bíblica y esto me daba una gran sensación de paz, pues tenía la certeza de que nada podía quitarme la armonía de mi ser real. Sin embargo, para calmar la preocupación de todos, fui a ver a una ginecóloga en Luanda, donde vivía en aquel entonces.
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