Al buscar en el diccionario la palabra derecho, me llamó la atención que existen, entre otros, el derecho penal, el derecho civil, el derecho de autor. Incluso existe el “derecho al pataleo”. Sin embargo, en ningún lado se habla del derecho a progresar, del derecho a ser sanos y felices, del derecho a la justicia.
Siempre que alguien está bien de salud o progresa en la vida, la gente dice que tiene suerte. Como si estos derechos fueran privilegios que el Amor divino otorga tan solo a unos pocos. Pero Dios creó a todos Sus hijos con los mismos derechos de gozar de buena salud y de tener una vida digna.
Es el entendimiento de nuestra relación inalterable con el Espíritu lo que abre el camino para que reclamemos estos derechos y nos libremos de las limitaciones y sufrimientos que nos impone el pensamiento mortal, con sus falsas creencias en el pecado y la enfermedad. Dios nos ha dado el derecho de rebelarnos contra todas las creencias falsas y contemplar nuestra vida diaria desde una perspectiva espiritual.
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