Antes de casarnos, mi futuro esposo y yo estábamos lidiando con un problema: Pertenecíamos a religiones diferentes y queríamos tener hijos pero ¿cómo serían bautizados? Yo estudiaba profundamente el Nuevo Testamento en busca de respuestas.
Una noche, sintiéndome muy deprimida, oré con toda sinceridad y humildad pidiéndole a Dios que nos mostrara el camino. Yo estaba dispuesta a aceptar la respuesta de Dios.
Al día siguiente, recibí la visita inesperada de un amigo a quien no veía desde hacía tiempo. Durante nuestra conversación comenzamos a hablar de Dios y me habló de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, también me dio el número de teléfono de una practicista de la Ciencia Cristiana, a quien podía recurrir para que me ayudara mediante la oración.
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