Algunos años atrás, había un programa en la televisión brasileña en el que un comediante imitaba a un ministro del gobierno que siempre decía: “Mi negocio son los números”. Aunque sin el humor del comediante, la humanidad hoy en día parece estar preocupada por los “números” y pendiente de ellos. Los números se usan con frecuencia para registrar sucesos del pasado y para predecir el futuro. El impacto de los desastres naturales se estima o mide en función de las pérdidas financieras o el número de pérdida de vidas. La economía global se basa en los números.
Todos estamos acostumbrados a lidiar con números relacionados con el diario vivir respecto a asuntos sobre la salud, la situación económica, la familia y la expectativa de vida. ¿Quién no se ha preocupado por el número de calorías consumidas, o no se ha subido a una balanza para averiguar su peso? ¿Quién no ha calculado el presupuesto necesario para hacer una compra deseada o necesaria? ¿Quién no se ha sorprendido al ver el elevado costo de un gran proyecto de construcción que tiene planeado?
Los recursos de Dios, el bien, son ilimitados y siempre satisfacen las necesidades de todos Sus hijos.
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