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Artículo de portada

Los números y la vida

Del número de febrero de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en portugués


 Algunos años atrás, había un programa en la televisión brasileña en el que un comediante imitaba a un ministro del gobierno que siempre decía: “Mi negocio son los números”. Aunque sin el humor del comediante, la humanidad hoy en día parece estar preocupada por los “números” y pendiente de ellos. Los números se usan con frecuencia para registrar sucesos del pasado y para predecir el futuro. El impacto de los desastres naturales se estima o mide en función de las pérdidas financieras o el número de pérdida de vidas. La economía global se basa en los números. 

Todos estamos acostumbrados a lidiar con números relacionados con el diario vivir respecto a asuntos sobre la salud, la situación económica, la familia y la expectativa de vida. ¿Quién no se ha preocupado por el número de calorías consumidas, o no se ha subido a una balanza para averiguar su peso? ¿Quién no ha calculado el presupuesto necesario para hacer una compra deseada o necesaria? ¿Quién no se ha sorprendido al ver el elevado costo de un gran proyecto de construcción que tiene planeado?

Los recursos de Dios, el bien, son ilimitados y siempre satisfacen las necesidades de todos Sus hijos.

Las ciencias matemáticas, para las cuales los números son indispensables, ayudan a mantener nuestra vida en orden. Los números son igualmente necesarios en nuestro diario vivir. Sin embargo, se pueden transformar en un factor limitante, principalmente cuando los tenemos en cuenta para evaluar bienes materiales y nuestra provisión. El principio de las ciencias económicas es bien conocido: “necesidades ilimitadas x recursos limitados”. 

Podemos librarnos del apego a los números observando los fenómenos que nos rodean desde un punto de vista nuevo y espiritual. ¿Es posible hacerlo? Sí, y podemos encontrar en la Biblia y en el ministerio de Cristo Jesús ejemplos que ilustran cómo las limitaciones numéricas fueron superadas por medio de una confianza radical en Dios, el Espíritu infinito. 

Pensemos en la multiplicación de los panes y los peces, cuando más de 5000 personas fueron alimentadas con lo que “numéricamente” eran 5 panes y 2 peces (véase Mateo 14:13-21). En esa ocasión, los discípulos habían medido el alimento disponible y la cantidad de personas, y vieron que esos números no coincidían. Mientras tanto, Jesús evaluó la provisión desde un punto de vista espiritual, sabiendo que la sustancia del bien divino no se puede medir ni está sujeta a la limitación. Los recursos de Dios, el bien, son ilimitados y siempre satisfacen las necesidades de todos Sus hijos. 

La viuda de Sarepta tuvo una demostración parecida cuando, con un poco de harina pudo alimentar al profeta Elías, a su hijo y a sí misma durante muchos días (véase 1° Reyes 17:8-16). Siguiendo las instrucciones de Eliseo, otra viuda pudo llenar un montón de vasijas con apenas un poco de aceite que ella tenía en una vasija y, con la venta del aceite, logró pagar todas sus deudas (véase 2° Reyes 4:1-7).

Todo lo que proviene de la fuente de la Vida infinita, que es Dios, fluye constante y abiertamente para todos.

Estos relatos bíblicos son una prueba de que todos podemos librarnos de la sutil forma de esclavitud mental que puede producirse cuando nos centramos únicamente en los números. Veamos algunos ejemplos sencillos: cuando escuchamos la edad de alguien pueden venir a nuestro pensamiento aspectos relacionados con esa persona, como su apariencia y los problemas relacionados con la edad. Cuando pensamos en nuestra edad, las mismas preocupaciones pueden surgir y producirnos temor. Pero cuando dejamos de concentrarnos tanto en contar numéricamente la edad o la provisión, nos sentimos más libres de limitaciones y podemos disfrutar de la longevidad y de una provisión constante. Entonces, ¿cuál debe ser nuestro enfoque? Llenar nuestra consciencia de pensamientos firmes en la comprensión de que todo lo que proviene de la fuente de la Vida infinita, que es Dios, fluye constante y abiertamente para todos. 

No necesitamos ser engañados por pensamientos que nos quieren hacer creer que el paso del tiempo es un factor negativo. En Dios, la Vida divina, no vivimos ni en el pasado ni en el futuro. Vivimos eternamente en el ahora. Mantener la perspectiva de esa dimensión divina nos libera de todo tipo de preocupaciones y limitaciones. Ahora es el momento de ocuparnos de nuestros quehaceres, libres de las probabilidades basadas en la limitación numérica. Como en el ahora no existe el paso del tiempo, en la realidad divina no envejecemos ni somos esclavos de la expectativa “numérica” de vida. Mary Baker Eddy, autora del libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, menciona en la pág. 584: “...la Mente mide el tiempo de acuerdo con el bien que es desarrollado”. Reconocer en oración el bien ilimitado que se desarrolla constantemente para todos los hijos de Dios, trae libertad y felicidad perennes. Con gratitud, podemos disfrutar de las bendiciones que nos trae tener presente la Vida ilimitada.

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