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Sana de un serio dolor de estómago

Del número de febrero de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


Mi hija adolescente y yo estábamos de vacaciones en un país donde no conocíamos a nadie. Una noche, después de cenar, empecé a sentir un fuerte malestar de estómago. Ese país tiene la reputación de tener agua insalubre, y yo había tenido el cuidado de no beberla. Pero nos estábamos quedando en un hotel que tenía un restaurante y todas las comidas estaban incluidas. Yo había estado comiendo de más, lo cual, además del dolor físico, me hacía sentir muy culpable y arrepentida. No sabía hacer una llamada fuera del país, de otro modo habría llamado a un practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle ayuda, como hubiera hecho estando en casa. En otras oportunidades, los practicistas de la Ciencia Cristiana me habían ayudado a sanar todo tipo de desafíos.

Como el malestar no disminuía, pensé que si tomaba un poco de agua mineral con gas el malestar se reduciría un poco, pero eso no ayudó de ninguna forma. Entonces le pedí a mi hija que orara por mí. En aquel entonces ella tenía 19 años, y estábamos acostumbradas a orar juntas en familia. De pronto, mi hija escuchó cuando me caí en el piso del baño; no podía moverme, sentarme o ponerme de pie. El dolor había empeorado e hizo que me tornara a Dios en busca de ayuda con todo mi corazón.

Antes del viaje, un miembro de la iglesia de la Ciencia Cristiana en donde vivo, había relatado una curación que tuvo, y dijo que le había venido el pensamiento de no sólo pensar en las verdades que enseña la Ciencia Cristiana, sino en decirlas en voz alta. Así que, comencé a declarar, junto con mi hija, todo lo que podía recordar en ese momento acerca de Dios y del hombre de Dios. Esto no es una receta ni una lista de fórmulas mágicas. Hacía 30 años que yo estudiaba la Ciencia Cristiana, y la había usado  para superar todo tipo de enfermedades y problemas. Me había memorizado muchas ideas sobre la naturaleza espiritual del hombre —el hecho de que no somos un cuerpo físico dominado por leyes materiales, sino seres espirituales— y también el hecho de que el mal no forma parte de la creación divina, y en realidad no puede existir. El mal es una sugestión mental que debe ser negada para verla desaparecer. 

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