Encontré la Ciencia Cristiana en un momento muy difícil de mi vida. Me dolía muchísimo la cadera. Me dieron tratamiento en el hospital por este problema durante dos meses. El dolor en la cadera desapareció, pero entonces me empezaron a doler las dos piernas. Ya no podía moverme bien, y cuando caminaba tenía que detenerme, sentarme, y luego ponerme de pie nuevamente para continuar mi camino.
Una mañana, le pregunté a mi hermana qué podía hacer para sanarme, y que ya no quería tomar más remedios. Ella primero me sugirió una curación con hierbas, pero yo insistí en que estaba buscando un tratamiento sin ninguna medicina. Entonces me dijo: “Ah, hace un tiempo me dieron un libro que habla sobre eso. Te lo voy a dar”. Así fue como me dio Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Era la primera vez que veía este libro, y empecé a leerlo de inmediato. Al principio no entendía mucho, pero persistí. Lo leía con mucha frecuencia.
Pocos días después, le pedí a uno de mis hermanos que obtuviera más información sobre la Ciencia Cristiana. Al hacerlo se enteró de que había una Sociedad de la Ciencia Cristiana en Lomé, que celebraba servicios religiosos.
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