A mediados de 2011, cuando todavía vivía en Suiza, noté que tenía una mancha roja en la mejilla izquierda. Pensé que era una picadura de mosquito y no me preocupé mucho. Pero la mancha se agrandó y me molestaba bastante. En pocas semanas se transformó en un pequeño tumor. Algunas personas de mi edificio de apartamentos me dijeron que debía consultar con un dermatólogo pues podía ser algo serio. Yo no le di mucha importancia a eso, así que al principio no oré por ello. Pero cuando otras personas me comentaron con persistencia su preocupación, de pronto sentí mucho miedo.
Finalmente decidí llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con la oración. Ella me dijo que yo era una idea amada del Dios perfecto y del todo armonioso, por lo tanto, mi cara no podía tener nada que no fuera armonioso. Compartió conmigo muchos otros pensamientos llenos de amor. Al principio, yo sólo me apoyaba en su oración. Así transcurrieron seis meses. Cuando el crecimiento empeoró, de pronto pensé: “Yo también tengo que hacer algo por esta curación. ¡No puedo apoyarme solamente en la practicista!” Fue entonces que empecé a orar más profundamente por mí misma en esta situación.
El reflejo es puramente espiritual, inmaculado.
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