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El tumor en la cara desapareció

Del número de mayo de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en alemán


A mediados de 2011, cuando todavía vivía en Suiza, noté que tenía una mancha roja en la mejilla izquierda. Pensé que era una picadura de mosquito y no me preocupé mucho. Pero la mancha se agrandó y me molestaba bastante. En pocas semanas se transformó en un pequeño tumor. Algunas personas de mi edificio de apartamentos me dijeron que debía consultar con un dermatólogo pues podía ser algo serio. Yo no le di mucha importancia a eso, así que al principio no oré por ello. Pero cuando otras personas me comentaron con persistencia su preocupación, de pronto sentí mucho miedo. 

Finalmente decidí llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con la oración. Ella me dijo que yo era una idea amada del Dios perfecto y del todo armonioso, por lo tanto, mi cara no podía tener nada que no fuera armonioso. Compartió conmigo muchos otros pensamientos llenos de amor. Al principio, yo sólo me apoyaba en su oración. Así transcurrieron seis meses. Cuando el crecimiento empeoró, de pronto pensé: “Yo también tengo que hacer algo por esta curación. ¡No puedo apoyarme solamente en la practicista!” Fue entonces que empecé a orar más profundamente por mí misma en esta situación.

El reflejo es puramente espiritual, inmaculado.

La Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, escribió en su libro de texto, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Si seguimos el mandato de nuestro Maestro: ‘No os afanéis por vuestra vida’, jamás dependeremos de las condiciones, la estructura o el funcionamiento orgánico corpóreos, sino que seremos amos del cuerpo, dictaremos sus condiciones, y lo formaremos y controlaremos con la Verdad” (pág. 228). En ese momento la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana que yo leía todos los días, incluía la parábola de Jesús que dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Juan 15:1, 2). 

Pensé sobre estas ideas de la siguiente manera:

1. Yo soy una idea espiritual (la vid), y mi Padre (el labrador) es el Espíritu, Dios, así que yo soy creada espiritualmente.

2. Dios quita todo pensamiento errado en mí que no da fruto, y purifica cada pensamiento que da fruto, para que pueda dar aún más buenos frutos. 

También pensé en el hecho de que soy el reflejo de Dios. Declaré con firmeza que este reflejo es puramente espiritual, inmaculado, sin importar lo que la gente a mi alrededor vea o diga. Dios me ha creado para que sea pura. Dios me sana y garantiza mi salud. Pero mi pensamiento fue más allá aún. Dios no tiene necesidad de sanarme porque yo, por ser Su reflejo, ya soy totalmente sana. Dios sólo conoce la perfección de Su hijo. 

Durante ese tiempo, me mudé a Alemania. En la primavera del siguiente año, me reuní con la practicista que había estado orando por mí, en nuestra reunión anual de asociación de la Ciencia Cristiana (una reunión que contribuye a la educación continua en la Ciencia Cristiana). Sentí que ella me veía como la idea perfecta y completa de Dios. Las ideas espirituales que se dijeron en esa charla me dieron más valor e incluso una mayor comprensión del infinito amor de Dios. Dos o tres semanas después, me miré en el espejo y toda evidencia de ese problema había desaparecido. Ya no tenía rastro del tumor. 

Aunque tengamos que orar durante mucho tiempo para sanar alguna enfermedad, podemos saber que la ayuda de Dios está realmente siempre presente. Se requiere de humildad y paciencia. Sentir gratitud a Dios y Su amor infinito es lo que tiene prioridad. 

También siento enorme gratitud por la Sra. Eddy, quien en sus libros, especialmente en Ciencia y Salud, explica la metafísica divina y, por ende, la armonía divina y eterna.

La Ciencia Cristiana es maravillosa. 

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