De acuerdo con las estadísticas del Internet acerca de las aplicaciones de los llamados “smartphones” o teléfonos inteligentes, cada día se envían más de diez mil millones de mensajes por todo el mundo por medio de la aplicación de mensajería instantánea telefónica más popular, llamada “WhatsApp” (www.winfuture.de, 8/24/2012). Esto demuestra qué importante es la comunicación superveloz en cualquier momento y en cualquier lugar.
Actualmente, uno de los cursos de estudio más populares en las universidades, que ofrece un futuro prometedor y buenas perspectivas, es la “comunicación” en el diseño, la política, las ciencias, los medios de comunicación y la administración. Pero, ¿quiere decir esto que tenemos que estudiar primero comunicación para obtener respuestas útiles? ¿Es que no hay una forma de comunicación mucho más rápida, más directa y simple de practicar? ¡Claro que sí! Es nuestra comunicación con Dios. Para hacerlo no necesitamos un teléfono celular ni acceso a Internet, y tampoco dependemos de un módem o red de teléfonos móviles. En cualquier momento y desde cualquier lugar, podemos contactarnos directamente con nuestra fuente divina. Nuestra “línea directa” con Dios es la oración.
Si un alumno durante un examen en la escuela intercambiara mensajes de texto con otros, se pensaría que está intentando engañar en el examen y recibiría una mala calificación. Mientras que un “mensaje de texto” en forma de oración a Dios puede ayudar a abrir nuestro pensamiento y a comunicarnos con Él para recibir las ideas correctas. Puesto que somos Su expresión, Dios, nuestra fuente infinita, nos brinda toda la inspiración, conocimiento y guía acertada que necesitamos. El Amor divino jamás nos abandona ni deja de ayudarnos.
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