De acuerdo con las estadísticas del Internet acerca de las aplicaciones de los llamados “smartphones” o teléfonos inteligentes, cada día se envían más de diez mil millones de mensajes por todo el mundo por medio de la aplicación de mensajería instantánea telefónica más popular, llamada “WhatsApp” (www.winfuture.de, 8/24/2012). Esto demuestra qué importante es la comunicación superveloz en cualquier momento y en cualquier lugar.
Actualmente, uno de los cursos de estudio más populares en las universidades, que ofrece un futuro prometedor y buenas perspectivas, es la “comunicación” en el diseño, la política, las ciencias, los medios de comunicación y la administración. Pero, ¿quiere decir esto que tenemos que estudiar primero comunicación para obtener respuestas útiles? ¿Es que no hay una forma de comunicación mucho más rápida, más directa y simple de practicar? ¡Claro que sí! Es nuestra comunicación con Dios. Para hacerlo no necesitamos un teléfono celular ni acceso a Internet, y tampoco dependemos de un módem o red de teléfonos móviles. En cualquier momento y desde cualquier lugar, podemos contactarnos directamente con nuestra fuente divina. Nuestra “línea directa” con Dios es la oración.
Si un alumno durante un examen en la escuela intercambiara mensajes de texto con otros, se pensaría que está intentando engañar en el examen y recibiría una mala calificación. Mientras que un “mensaje de texto” en forma de oración a Dios puede ayudar a abrir nuestro pensamiento y a comunicarnos con Él para recibir las ideas correctas. Puesto que somos Su expresión, Dios, nuestra fuente infinita, nos brinda toda la inspiración, conocimiento y guía acertada que necesitamos. El Amor divino jamás nos abandona ni deja de ayudarnos.
Dios nos brinda toda la inspiración, conocimiento y guía correcta que necesitamos.
Yo ya no puedo imaginar mi vida sin la oración. Es mi alimento y mi provisión espiritual, mi pan de cada día. En la oración, aprendo lo que Dios conoce de mí por ser Su creación, entonces puedo vivir constantemente de acuerdo con ella. En su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy lo primero que hizo fue escribir un capítulo sobre “La oración”. Allí escribe: “La oración significa que deseamos andar, y que andaremos, en la luz mientras la recibamos...” (pág. 10).
A medida que hacemos esto, nunca estamos sin una respuesta. En la Biblia leemos: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero” (Éxodo 33:11). Nuestras oraciones son más que simples diálogos. Son una comunicación íntima con Dios, que nos hace tomar consciencia de nuestra cercana relación con nuestro creador.
Dios nos necesita porque somos Su expresión. Somos Sus herramientas para manifestar la gloria de toda la creación. Dios se comunica a través de nosotros, por así decirlo, a medida que expresamos Sus infinitas cualidades y habilidades espirituales. Eddy eligió siete términos sinónimos de Dios basados en la Biblia. Yo he estado pensando en qué elementos de comunicación estos podrían incluir. He aquí algunos ejemplos que percibí:
Mente: percepción, elocuencia, tacto, discernimiento;
Espíritu: intuición, inspiración, atmósfera, disposición, receptividad;
Alma: alegría, vislumbre, valor, habilidad de hablar con claridad, equilibrio;
Principio: ley y orden, compromiso, imparcialidad;
Vida: acción, vitalidad, eternidad;
Verdad: honradez, sinceridad, libertad, decencia;
Amor: perdón, humildad, respeto;
Todas esas cualidades son parte de nuestro ser como la expresión de Dios. El hecho de que reflejamos lo que Dios comunica se demostró en el siguiente incidente. Una noche me pidieron que apoyara con la oración a una estudiante de bachillerato. Ella necesitaba con urgencia hacer ese mismo día los arreglos para realizar una pasantía en un negocio de venta al por menor, y los negocios ya estaban cerrados. Con anterioridad ella había recibido la confirmación para hacerla en una farmacia, pero la misma había sido cancelada a último momento por razones internas. Al día siguiente, debía entregar en la escuela un contrato para una pasantía, firmado por sus padres, de otro modo, recibiría una sanción.
La estudiante y sus padres estaban desesperados. Yo estaba convencida de que el lugar correcto para esta muchacha ya estaba dado, porque había sido establecido por la Mente divina. Y Dios jamás actúa demasiado temprano, ni demasiado tarde, y nunca después del momento justo, como dijo una vez un colaborador de El Heraldo.
Declaré que la Mente es la fuente de toda provisión y de todo discernimiento. Nuestra comprensión siempre va de Dios a Su idea espiritual, el hombre. Además, pensé de qué manera el Espíritu nos inspira, el Alma nos da valor para andar por nuevas sendas, el Principio produce el compromiso, la Vida obra puntualmente, la Verdad guía hacia la libertad, y el Amor perdona.
Poco después de haber hablado con ellos, recibí noticias de que habían encontrado un nuevo lugar. La muchacha tuvo la idea de llamar a una amiga que trabaja en un negocio de deportes. A nadie se le había ocurrido esto antes. Sucedió que inmediatamente la aceptaron, por lo cual se solucionó el asunto aquella misma noche, e incluso le brindó a esta estudiante un lugar mucho más adecuado para hacer su pasantía. Todos estuvieron muy felices con esta pronta ayuda.
Para mí, esto demostró una vez más que la oración siempre tiene un efecto revitalizador y sanador. Nos revela cómo Dios se comunica a través de cada uno de nosotros expresando en nosotros las cualidades e ideas necesarias en cualquiera sea la circunstancia que podamos encontrarnos. De esta manera, Dios siempre brinda la mejor solución en el momento correcto.