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Echa la red a la derecha

Del número de junio de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en español


Muchas de las decisiones que tomamos a diario son el resultado de nuestro propio análisis de alguna situación. Pero a veces nos equivocamos, y estas equivocaciones pueden afligirnos o producirnos estrés o depresión. ¿Qué pasaría si recurriéramos a Dios cuando tenemos que tomar decisiones?

Esto fue lo que les sucedió a los discípulos después de la resurrección de Jesús cuando pescaban en una barca en el mar de Galilea. La Biblia dice que “…aquella noche no pescaron nada”. Ellos se sentían abandonados y tristes porque el Maestro ya no estaba con ellos. No se daban cuenta de que el Cristo, el divino mensaje de Dios, estaba siempre a la mano para revelarles la verdad a cada uno de ellos. Aún estaban afligidos porque pensaban que habían perdido a su Maestro. Por eso, cuando Cristo Jesús se les presentó en la playa, al principio no lo reconocieron. 

Después de no haber pescado nada durante toda la noche, el Maestro les preguntó: “Hijitos, ¿tenéis algo de comer?” Cuando le responden que no, él les dice: “Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces” (véase Juan 21:3, 5–6). En ese momento fueron humildes al aceptar la presencia y guía espiritual del Cristo, la idea espiritual e incorpórea de Dios que Jesús presentaba. Cambiaron sus métodos y dejaron su profesión de pescadores, y al hacerlo se apartaron del impulso de hacer las cosas conforme a sus propios juicios. Vieron la necesidad de tener su mente en sintonía con Dios, como Cristo Jesús hacía en todo momento. Se dieron cuenta de la misión sanadora que tenían por delante, y se consagraron como “pescadores de hombres”, como sanadores y predicadores (véase Mateo 4:18-20). 

Dios nunca ha estado alejado de nosotros.

En realidad, Dios nunca ha estado alejado de nosotros, aunque señales de estrés o depresión parecieran impedirnos ver la solución a nuestros problemas. Ante desafíos como esos, como Jesús enseñó a sus discípulos, es bueno considerar un cambio de dirección de nuestro pensamiento y con toda humildad echar la red “a la derecha de nuestra barca”, que nos llevará a solucionar los problemas que estemos enfrentando. 

En una ocasión me pidieron con urgencia que desalojara el departamento donde vivía. Angustiado, el fin de semana adquirí revistas locales para buscar un lugar; pero antes de ver los anuncios, me llegó el pensamiento de que debía orar primero, y así lo hice. Me sentí guiado a buscar artículos en las páginas de Internet, de El Heraldo de la Ciencia Cristiana y del Sentinel, que hablaran sobre el hogar. Encontré ideas que me trajeron mucha inspiración, por ejemplo, acerca de la casa que estaba buscando. Necesitaba un lugar lleno de luz que inspirara mi labor espiritual, y que fuera adecuado para mi trabajo en diseño, y con la paz que el bienestar otorga. 

Así que dejé pasar ese fin de semana sin abrir los periódicos y permití que Dios guiara mis pensamientos. El lunes, al regresar del trabajo, me vino insistentemente la idea de decorar usando los colores amarillo y azul, y se lo comenté a mi hermano, con quien trabajo en el campo de la decoración hotelera. Él me preguntó por qué quería su opinión, y le dije que estaba pensando en “amarillo y azul”, y no sabía por qué. 

Encontré lo que necesitaba al cambiar mi pensamiento y aceptar las indicaciones de la Mente divina.

Al día siguiente, al conducir nuevamente hacia el trabajo, de reojo vi una fachada en amarillo y azul por una de las calles que crucé. De inmediato me detuve y fui a ver el lugar. Resultó ser una casa que estaba en alquiler. Hablé con el propietario y me la alquiló en ese momento. La casa era amplia, iluminada, adecuada para mis necesidades, hasta en lo económico. Me sentí feliz y muy agradecido a Dios. 

Encontré lo que necesitaba al cambiar mi pensamiento y aceptar las indicaciones de la Mente divina. Jamás tuve que abrir las revistas y periódicos con anuncios de apartamentos. Esta experiencia me enseñó a estar alerta a todo pensamiento que recibo de Dios. Yo sabía que Dios estaba constantemente conmigo y que con Su guía siempre me haría sentir en el verdadero hogar, “la consciencia del Amor” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 578). 

Mary Baker Eddy escribe refiriéndose a los discípulos de Cristo Jesús: “Su resurrección fue también la resurrección de ellos. Los ayudó a elevarse a sí mismos y a otros del embotamiento espiritual y de la creencia ciega en Dios a la percepción de posibilidades infinitas” (Ciencia y Salud, pág. 34). Esas posibilidades infinitas siempre las tenemos a nuestro alcance, y podemos experimentarlas hasta en lo más cotidiano.

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