Una de las lecciones más valiosas que aprendí con el estudio de la Ciencia Cristiana es que los recursos de Dios son infinitos. También aprendí que cuanto más conscientes estamos de este hecho, más abandonamos los pensamientos limitados sobre provisión y, como resultado, vemos manifestados los recursos divinos en nuestra vida diaria.
Mary Baker Eddy escribió: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 494). Cuando al orar reconocemos que el bien siempre se está expresando y que nosotros somos la manifestación misma de Dios, nos damos cuenta de que ya somos completos, puesto que reflejamos todo lo que pertenece al Amor divino.
Cuando recurrimos a la ley divina de provisión, las situaciones adversas se solucionan. Vemos que la operación de esta ley comienza a desenvolverse en nuestra experiencia en forma de rendimiento adecuado, alimento, vivienda, seguridad, buenas relaciones y la provisión para cubrir todas las necesidades legítimas que tengamos cada día, hasta las más pequeñas.
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