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Un embarazo perfecto

Del número de junio de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en español


Conocí la Ciencia Cristiana hace muchos años, cuando estaba embarazada de tres meses de mi primer hijo. Durante una consulta, el médico nos informó a mi esposo y a mí que el niño nacería deforme. Nos dio la opción de realizar un aborto, que se podía hacer legalmente hasta los cinco meses de embarazo.

La noticia fue dolorosa para nosotros. Recuerdo que el médico nos dejó solos unos instantes para que lo dialogáramos y pudiéramos firmar la autorización. Mi esposo me dijo muy claramente: “Flor, este niño es una idea espiritual de Dios, es un hijo de Dios, y está perfecto”. Yo le dije que no quería abortar. Él me aseguró: “Vamos a ir a una iglesia de la Ciencia Cristiana, y tú vas a conocer la verdad”. Mi esposo es estudiante de la Ciencia Cristiana desde su niñez.

Así lo hicimos. Cuando entré en la iglesia vi en las paredes algo que me llamó mucho la atención y me emocionó. En una de ellas estaba escrito: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”, y abajo decía: Mary Baker Eddy (Ciencia y Salud, pág. 494). Y en otra leí: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”, y abajo, Cristo Jesús (Juan 8:32).

Allí conocí a una practicista de la Ciencia Cristiana de habla inglesa, y a pesar de que yo no sabía ese idioma pudimos comunicarnos para que ella orara y diera tratamiento a mi embarazo. También me sugirió algunas citas de la Biblia y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras.

Tan pronto llegué a casa me puse a estudiar y a conocer a Dios y mi relación con Él de una manera diferente a lo que estaba acostumbrada a hacerlo. Me sentí muy contenta y amada porque me presentaban, a través de los escritos, tanto de la Biblia como de Ciencia y Salud, a un Dios amoroso. Mi pensamiento comenzó a cambiar. Ya no había temor, ya no había angustia. Esto para mí fue un despertar.

Nunca debemos temer las leyes materiales, sino centrarnos únicamente en el Espíritu, Dios.

Me acuerdo que la practicista también me sugirió que leyera este pasaje de Salmos: “Mi porción es Jehová; …Tus manos me hicieron y me formaron” (Salmos 119:57, 73). Esto me ayudó a comprender, como explican los escritos de la Sra. Eddy, que somos ideas espirituales, que Dios es una sola Mente, es el Dios infinito, supremo, que está en todas partes; que es el Todo-en-todo, y que nos abraza con Su profundo amor. Este estudio cambió completamente la forma en que yo estaba acostumbrada a conocer a Dios.

Seguí estudiando estos libros, sabiendo que Dios es bueno y es la fuente de todo el ser, y no puede producir deformidad ni moral ni física. Nunca debemos temer las leyes materiales, sino centrarnos únicamente en el Espíritu, Dios, que es nuestra Vida, nuestro ser, la fuente inagotable de toda la luz que cubre y resuelve toda necesidad humana. “Dios es infinito, todo Vida, Verdad, Amor, está por encima de todo y es todo” (Ciencia y Salud, pág. 17).

Mi embarazo continuó normalmente. No volví a ver al médico hasta el parto. Todos en el hospital esperaban que el niño tuviera problemas físicos. Sin embargo, cuando nació se quedaron anonadados, porque el niño era grande, hermoso y perfecto. Los médicos lo revisaron meticulosamente, porque no podían creer que estuviera totalmente sano. Ninguno de sus diagnósticos se cumplió. Recuerdo que ese día mi esposo y yo lloramos de felicidad.

Hoy ese niño es un muchacho fuerte, y está por graduarse de la universidad.

Estoy infinitamente agradecida a la Ciencia Cristiana, pues ha sido un despertar maravilloso saber que Dios está siempre con nosotros y que somos uno con Él, como dice el maestro Cristo Jesús: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30).

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