“La mente mortal es el peor enemigo del cuerpo, mientras que la Mente divina es su mejor amigo”, escribió Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, en la página 176 de su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. Hace varios años, tuve el privilegio de comprobar que esto es verdad y que la Mente divina no sólo es nuestro mejor amigo, sino también nuestro sanador.
La Mente divina no sólo es nuestro mejor amigo, sino también nuestro sanador.
Yo había estado pasando por algunas experiencias difíciles. Una amiga muy querida había estado contando mentiras acerca de mí a mis espaldas, mi madre falleció, y surgieron problemas muy desagradables entre mis familiares. Una profunda tristeza y serios desengaños estaban tratando de quitarme la tranquilidad. La mente mortal, nuestro “peor enemigo”, parecía estar controlándome firmemente. “Mente mortal” es un término usado en la Ciencia Cristiana para describir pensamientos que tratarían de quitarnos la alegría de vivir, nuestra gratitud, y lo que es peor, nuestra confianza en el Amor divino, al tratar de convencernos de que nuestras vidas están edificadas sobre un fundamento material y mortal.
Durante esa época, me empezaron a doler mucho los pies, tanto que casi no podía caminar. Sólo podía usar zapatos muy grandes y anchos.
Esta línea del Salmo 23 fue una fuente de consuelo para mí: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”.
De vez en cuando le pedía a un practicista de la Ciencia Cristiana que me ayudara por medio de la oración. Estudiaba con frecuencia en el Evangelio según Mateo, el Sermón del Monte que Jesús da, y trataba de vivir de acuerdo con esta enseñanza tanto como podía, porque como dice Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud en la página 271: “El Sermón del Monte es la esencia de esta Ciencia,…” El Himno N° 64 del Himnario de la Ciencia Cristiana también me ayudó mucho. Dice en parte:
De la materia al Alma es mi sendero,
de inquieta sombra a dulce claridad;
y es tal la realidad que yo contemplo
que canto: “¡He hallado la Verdad!”…
La senda sube, acércase la meta,
se eleva el pensamiento en libertad;…
(Violet Hay, © CSBD)
Con toda humildad recurrí a Dios. Me di cuenta de que debía amar a Dios, el bien, por sobre todas las cosas. Él llena todo el espacio. Él tiene todo el poder. En una oración Mary Baker Eddy dice: “Dios, el bien, reina, no hay otra mente. El amor reina, no hay odio, no hay envidia, no hay venganza. Todas las cosas trabajan juntas para el bien de aquellos que aman el bien. Nosotros amamos el bien, Dios, y Él nos da todos nuestros pensamientos, móviles, y gobierna todas nuestras acciones. La Vida divina preserva nuestra vida y salud…” (Christian Healer, Amplified Edition, p. 253-254).
Gradualmente hice de la Mente divina mi mejor amigo. Me fui olvidando cada vez más de mis pies; el dolor disminuyó, y después de casi cinco años de paciente oración, sané por completo. ¡Estoy muy agradecida! Desde entonces he podido usar zapatos de tamaño normal y hacer largas caminatas, sin dolor ni molestias.
Esta es una de las numerosas curaciones que he tenido el privilegio de experimentar mediante la Ciencia Cristiana. Estoy muy agradecida a la Sra. Eddy por explorar este camino para nuestro bien. Todos podemos profundizar nuestra comprensión con el estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud y caminar a salvo y en paz por nuestra senda de vida con la certeza de que Dios, el Amor infinito, nos guía y dirige.
Cham
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