¡Da tanta paz y regocijo contemplar un jardín colorido y bien cuidado!, lleno de flores, arbustos y árboles, plantados en perfecto equilibrio y armonía.
Claude Monet, el famoso impresionista francés, gustaba mucho de la naturaleza. Se sintió muy feliz cuando se pudo mudar con su numerosa familia a una casa con dos acres de tierra en Giverny, Francia. Esto le permitió disfrutar de su atelier, una huerta y diseñar en detalle el gran jardín que tenía. Los pintorescos alrededores también le ofrecían mucha inspiración para realizar su trabajo.
A Monet le gustaba trabajar en pinturas “en serie”, usando variaciones de luz y condiciones del tiempo. Pintaba desde diferentes ángulos y a distintas horas del día. Le encantaba pintar la “naturaleza controlada”, como eran sus propios jardines y estanque donde pintó, entre otros, “Nenúfares” (ninfeas).
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