¡Da tanta paz y regocijo contemplar un jardín colorido y bien cuidado!, lleno de flores, arbustos y árboles, plantados en perfecto equilibrio y armonía.
Claude Monet, el famoso impresionista francés, gustaba mucho de la naturaleza. Se sintió muy feliz cuando se pudo mudar con su numerosa familia a una casa con dos acres de tierra en Giverny, Francia. Esto le permitió disfrutar de su atelier, una huerta y diseñar en detalle el gran jardín que tenía. Los pintorescos alrededores también le ofrecían mucha inspiración para realizar su trabajo.
A Monet le gustaba trabajar en pinturas “en serie”, usando variaciones de luz y condiciones del tiempo. Pintaba desde diferentes ángulos y a distintas horas del día. Le encantaba pintar la “naturaleza controlada”, como eran sus propios jardines y estanque donde pintó, entre otros, “Nenúfares” (ninfeas).
Pienso que se puede hacer una analogía entre un jardín y nuestro pensamiento. Ciertamente podemos identificarnos con Monet, en el sentido de que a veces la luz y las condiciones del tiempo en nuestro pensamiento cambian, y nos vienen malas o dolorosas sugestiones mentales. Mientras que otras la luz del Cristo ilumina cada rincón de nuestra mente, liberándonos de la tristeza, la depresión y los malos pensamientos.
Mary Baker Eddy escribe: “Calentados por la luz solar de la Verdad, regados por el rocío celestial del Amor, brotan los frutos de la Ciencia Cristiana y se desprenden del sórdido suelo del yo y de la materia. ¿Estamos limpiando los jardines del pensamiento desarraigando las nocivas malezas de la pasión, malicia, envidia y contienda? ¿Estamos quitando las frías y duras piedrecillas del egoísmo, revelando los secretos del pecado y puliendo nuevamente las ocultas gemas del Amor, para que estas aparezcan en su pura perfección? (véase Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 343).
Ella agrega que es difícil destruir las malezas de la mente mortal cuando las desarraigamos por primera vez, y que si no estamos alerta, reaparecen destruyendo los tiernos brotes de hierba. De modo que tenemos que arrancarlas hasta que no quede ni el rastro más pequeño que pueda propagarse.
Es imprescindible mantener en guardia nuestro pensamiento y estar alerta, permitiendo la entrada a pensamientos que nos bendecirán a todos. Pensamientos que pintarán con coloridas flores, alegría y paz nuestro jardín mental, y como consecuencia natural, nuestra vida diaria.
Con afecto,