Un antiguo cuento de hadas narra que una mañana los emisarios del rey de esas tierras visitaron a un huérfano para anunciarle que, en realidad, él nunca había sido huérfano, sino que era el hijo del rey. Como te puedes imaginar, esta información sobre su verdadera identidad como hijo del rey entrañaba gran poder y autoridad.
En esta pequeña historia podemos reconocer hasta qué punto la noción de identidad y poder están íntimamente ligados: Saber quiénes somos lleva en sí una gran fuerza liberadora. Con la Ciencia Cristiana y la claridad espiritual que brinda, somos capaces de comprender mejor en qué medida el poder de Dios también está incluido en el sentido de identidad.
Una de las definiciones de la palabra identidad es “calidad de idéntico”. Entonces cuando tratamos de comprender mejor la naturaleza de la identidad, uno debe inevitablemente preguntarse: “¿Idéntico a qué?”
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