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La igualdad ya está presente

Del número de marzo de 2014 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en alemán

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 21 de octubre de 2013


¿Es la igualdad de los sexos tan solo una visión para el futuro? ¿O quizás incluso un objetivo demasiado alto para nuestro tiempo? Cuando se trata de la situación de niñas y mujeres en muchas culturas alrededor del mundo estas preguntas no son abstractas. En muchos lugares están sujetas a violaciones, violencia doméstica, tráfico humano y abuso vicioso. Las jovencitas que apenas han dejado de ser niñas se convierten en niñas-esposas de hombres mucho mayores, y ocurren otras atrocidades.

El año pasado, Malala Yousafzai, joven activista en pro de la educación, hizo su primera aparición pública de alto nivel refiriéndose a la importancia de la educación. Esta adolescente se convirtió en noticia mundial después que los talibanes le dispararon por la campaña que hacía a favor del derecho de todas las niñas a tener una educación. Vale la pena señalar que una estimación global indica que 77.6 millones de niñas no están inscritas en la educación primaria o secundaria.

Cuando entendemos esta realidad espiritual, nuestras oraciones para apoyar el derecho de niñas y mujeres a estar seguras, a tener dignidad, educación, expectativas justas y libertad, adquieren una renovada claridad.

Como esposo y padre, he sido testigo en menor medida de los desafíos relacionados con el género, a los que mi esposa y nuestra hija se han enfrentado en diferentes culturas y contextos. Ya sea en las calles de Colombia o en el ámbito académico de Alemania, el mundo tiene un largo camino por recorrer hasta que se perciba la igualdad de los dos sexos. Al parecer, niños y niñas no actúan a un mismo nivel de igualdad.

Por más desalentador que todo esto parezca, una luz ya está resplandeciendo, brillante y claramente. Es la luz de la oración y el pensamiento inteligente. Mary Baker Eddy nos asegura: “De esto podemos estar seguros: de que los pensamientos alados de paz y amor exhalan una bendición silenciosa sobre toda la tierra, cooperan con el poder divino, y amparan sin saberlo la obra de Su mano" (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 152).

Aunque la Sra. Eddy se refiere aquí a “Su mano”, su descubrimiento, la Ciencia Cristiana, revela que Dios es Padre-Madre, y se refleja en las cualidades espirituales tales como la inteligencia, la fortaleza, el amor, la alegría, y así sucesivamente, expresadas por hombres y mujeres.

Cuando entendemos esta realidad espiritual, nuestras oraciones para apoyar el derecho de niñas y mujeres a estar seguras, a tener dignidad, educación, expectativas justas y libertad, adquieren una renovada claridad. Al comenzar con el único Dios —el Padre y Madre de todos— abandonamos las viejas tradiciones brutales hacia las mujeres y obtenemos una visión más espiritual. Vemos a niñas y niños, mujeres y hombres, como el reflejo de un Dios infinito, que es la Vida y el Amor.

Un solo Dios garantiza la dignidad, la seguridad y el desenvolvimiento del bien para todos.

¿Es realmente tan difícil ver en cada uno la luz del Amor divino, que revela la originalidad de la creación de Dios? Cristo Jesús dijo a sus seguidores que ellos son “la luz del mundo” (Mateo 05:14). Como sus seguidores de hoy, nosotros también somos capaces de expresar la luz de Cristo, la cual revela el amor de Dios por todo Su pueblo, los hombres y mujeres de Su creación, como dice la Biblia (véase Génesis 1:27). A través de las enseñanzas de Cristo Jesús sobre el reino de los cielos, entendemos mejor la naturaleza de las leyes espirituales y de qué forma pueden equiparnos perfectamente para elevar el nivel de pensamiento y la acción que nos rodea.

Ciencia y Salud declara: “Un único Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad del hombre; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’; aniquila la idolatría pagana y la cristiana, todo lo que está errado en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; equipara los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido” (pág. 340).

Considero que esto quiere decir que Dios es una fuerza a tener en cuenta. Un solo Dios garantiza la dignidad, la seguridad y el desenvolvimiento del bien para todos. Bajo el gobierno del único Padre-Madre Dios, reinará la justicia y la verdadera igualdad se hará evidente en todas partes.

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