¿Es la igualdad de los sexos tan solo una visión para el futuro? ¿O quizás incluso un objetivo demasiado alto para nuestro tiempo? Cuando se trata de la situación de niñas y mujeres en muchas culturas alrededor del mundo estas preguntas no son abstractas. En muchos lugares están sujetas a violaciones, violencia doméstica, tráfico humano y abuso vicioso. Las jovencitas que apenas han dejado de ser niñas se convierten en niñas-esposas de hombres mucho mayores, y ocurren otras atrocidades.
El año pasado, Malala Yousafzai, joven activista en pro de la educación, hizo su primera aparición pública de alto nivel refiriéndose a la importancia de la educación. Esta adolescente se convirtió en noticia mundial después que los talibanes le dispararon por la campaña que hacía a favor del derecho de todas las niñas a tener una educación. Vale la pena señalar que una estimación global indica que 77.6 millones de niñas no están inscritas en la educación primaria o secundaria.
Cuando entendemos esta realidad espiritual, nuestras oraciones para apoyar el derecho de niñas y mujeres a estar seguras, a tener dignidad, educación, expectativas justas y libertad, adquieren una renovada claridad.
Como esposo y padre, he sido testigo en menor medida de los desafíos relacionados con el género, a los que mi esposa y nuestra hija se han enfrentado en diferentes culturas y contextos. Ya sea en las calles de Colombia o en el ámbito académico de Alemania, el mundo tiene un largo camino por recorrer hasta que se perciba la igualdad de los dos sexos. Al parecer, niños y niñas no actúan a un mismo nivel de igualdad.
Por más desalentador que todo esto parezca, una luz ya está resplandeciendo, brillante y claramente. Es la luz de la oración y el pensamiento inteligente. Mary Baker Eddy nos asegura: “De esto podemos estar seguros: de que los pensamientos alados de paz y amor exhalan una bendición silenciosa sobre toda la tierra, cooperan con el poder divino, y amparan sin saberlo la obra de Su mano" (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 152).
Aunque la Sra. Eddy se refiere aquí a “Su mano”, su descubrimiento, la Ciencia Cristiana, revela que Dios es Padre-Madre, y se refleja en las cualidades espirituales tales como la inteligencia, la fortaleza, el amor, la alegría, y así sucesivamente, expresadas por hombres y mujeres.
Cuando entendemos esta realidad espiritual, nuestras oraciones para apoyar el derecho de niñas y mujeres a estar seguras, a tener dignidad, educación, expectativas justas y libertad, adquieren una renovada claridad. Al comenzar con el único Dios —el Padre y Madre de todos— abandonamos las viejas tradiciones brutales hacia las mujeres y obtenemos una visión más espiritual. Vemos a niñas y niños, mujeres y hombres, como el reflejo de un Dios infinito, que es la Vida y el Amor.
Un solo Dios garantiza la dignidad, la seguridad y el desenvolvimiento del bien para todos.
¿Es realmente tan difícil ver en cada uno la luz del Amor divino, que revela la originalidad de la creación de Dios? Cristo Jesús dijo a sus seguidores que ellos son “la luz del mundo” (Mateo 05:14). Como sus seguidores de hoy, nosotros también somos capaces de expresar la luz de Cristo, la cual revela el amor de Dios por todo Su pueblo, los hombres y mujeres de Su creación, como dice la Biblia (véase Génesis 1:27). A través de las enseñanzas de Cristo Jesús sobre el reino de los cielos, entendemos mejor la naturaleza de las leyes espirituales y de qué forma pueden equiparnos perfectamente para elevar el nivel de pensamiento y la acción que nos rodea.
Ciencia y Salud declara: “Un único Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad del hombre; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’; aniquila la idolatría pagana y la cristiana, todo lo que está errado en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; equipara los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido” (pág. 340).
Considero que esto quiere decir que Dios es una fuerza a tener en cuenta. Un solo Dios garantiza la dignidad, la seguridad y el desenvolvimiento del bien para todos. Bajo el gobierno del único Padre-Madre Dios, reinará la justicia y la verdadera igualdad se hará evidente en todas partes.
