Un hecho de la Biblia que me ayuda a comprender el poder de la oración en la Ciencia Cristiana es la resurrección de Lázaro (véase Juan, capítulo 11). Jesús estaba consciente de que Dios, el Amor divino, “no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven” (véase Lucas 20:38).
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