Un hecho de la Biblia que me ayuda a comprender el poder de la oración en la Ciencia Cristiana es la resurrección de Lázaro (véase Juan, capítulo 11). Jesús estaba consciente de que Dios, el Amor divino, “no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven” (véase Lucas 20:38). Sabía que Dios es la Vida inmortal reflejada por el hombre, así que veía a Lázaro como Dios lo creó, a Su imagen y semejanza, puro, incapaz de pecar, enfermar o morir. Jesús entendía que la Vida es invariablemente activa, perfecta, armoniosa y, como leemos en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “ Él comprendía que el hombre, cuya Vida es Dios, es inmortal” (pág. 369). Jesús tenía la certeza de la presencia y el poder del Amor divino, y sabía que este Amor respondía a toda necesidad humana. Por eso pudo resucitar a Lázaro.
Es bueno apegarse a la letra de la Ciencia Cristiana, pero embeber el Espíritu, comprender la Palabra de Dios y esforzarse por alcanzar el sentido espiritual de las Escrituras, vivifica. En Ciencia y Salud Mary Baker Eddy da la interpretación metafísica de “resurrección”: “Espiritualización del pensamiento; una idea nueva y más elevada de la inmortalidad, o existencia espiritual; la creencia material cediendo ante la comprensión espiritual” (pág. 593).
Es importante aprovechar las bendiciones de la comprensión espiritual poniéndola en práctica en nuestra vida diaria.
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