Al igual que muchas otras iglesias, nuestra iglesia filial de la Ciencia Cristiana, tuvo que lidiar con un descenso en el número de miembros debido a cambios demográficos, y todos teníamos el deseo de que una vez más se afiliaran nuevos miembros.
Durante un tiempo realizamos reuniones periódicas con los miembros interesados en hacer trabajo metafísico y orar por la iglesia, y para estas reuniones nos preparábamos cuidadosamente profundizando nuestro estudio de los escritos de Mary Baker Eddy. Además, ocasionalmente preparábamos un informe que enviábamos por correo a todos los miembros para incluir también a los que no habían estado presentes. Mucho tiempo y oración se invirtieron en estas actividades. A pesar de ello, no se veía mucho progreso. No obstante, yo estaba decidida a mantenerme activa, seguir orando y no desanimarme.
Al orar me di cuenta de que es importante distinguir entre la administración de la iglesia, que es la forma externa requerida de toda entidad constituida —como es una iglesia filial de la Ciencia Cristiana— y el propósito real de la Iglesia, como Mary Baker Eddy lo establece en el Manual de la Iglesia. Allí dice que el propósito de la Iglesia es “conmemorar la palabra y las obras de nuestro Maestro, la cual habría de restablecer el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación” (pág. 17).
Pude ver que encargarse de las tareas administrativas, incluso aceptar un puesto, exige devoción, lo cual proviene del aprecio y gratitud que uno siente por la Ciencia Cristiana. Sin embargo, cuando unas pocas personas deben asumir todas las tareas y funciones de una iglesia, existe el peligro de que el idealismo y el entusiasmo se pierdan en el camino.
Además, el proceso democrático en la toma de decisiones podría estar en peligro. Especialmente en grupos pequeños, puede surgir la tentación antes de una elección o de una votación, de hacer acuerdos por conveniencia y promover las preferencias personales, en otras palabras, de hacer política en pequeña escala. Sin embargo, de acuerdo con la ética de la Ciencia Cristiana, es necesario reconocer la guía de la Mente única, Dios, para buscar inspiración a través de la oración, y votar democráticamente, basando todas las acciones en la Regla de Oro: hacer a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros.
Ocurrió que durante una elección, cuando nos resultaba difícil llenar los puestos vacantes, los miembros hablaron una vez más sobre la posibilidad de dejar de ser iglesia y volver a ser una Sociedad de la Ciencia Cristiana, porque entonces tendríamos menos demandas organizacionales. Incluso se habló brevemente de disolver nuestra iglesia por completo. Finalmente decidimos esperar un año más. Después de esta discusión, varios miembros estuvieron dispuestos a aceptar un cargo, y pudimos cubrir nuevamente todos los puestos de la iglesia.
No obstante, en cierto momento, empecé a sentirme agotada. Después de meses, incluso años de esfuerzos, sentí que nuestros miembros no habían captado ni entendían claramente el progreso, la paz interior y la convicción por el futuro que deseábamos para nuestra iglesia. Al mismo tiempo, se manifestaron en mí síntomas de problemas de circulación, así como un estado de agotamiento, y por varias semanas tuve que retirarme de todas las actividades de la iglesia.
Como no me sentía bien, decidí pedirle apoyo por medio de la oración a un practicista de la Ciencia Cristiana, y también le pedí que me ayudara a entender claramente mis tareas en la iglesia filial. Durante nuestro trabajo de oración, intercambiamos ideas sobre el tema de Iglesia, que resultaron ser de gran ayuda y curación.
Solo Dios tiene el control, y este hecho impide cualquier resistencia en contra de la misión sanadora de nuestra iglesia.
Con la ayuda del practicista, todo lo que había leído y entendido hasta entonces sobre la Iglesia, se combinó y transformó en una base fuerte, a medida que aprendí a reconocer que toda resistencia en contra de la misión sanadora de la Iglesia era una sugestión falsa, un pensamiento erróneo y, por tanto, no tenía efecto alguno. Podía dejar todo en manos de Dios, ya que solo Él tiene el control, y este hecho impide toda resistencia en contra de la misión sanadora de nuestra iglesia.
Durante este tiempo también aprendí que Dios, por ser el Principio, no necesita un gerente. El Principio trabaja en, y a través de, las personas, para beneficio de la iglesia. Todo sentido personal de responsabilidad difícilmente es útil, ya que Dios Mismo reina y nos guía en la organización de la iglesia.
Estos son algunos puntos que se aclararon para mí al orar con el practicista:
- Puedo cumplir con las tareas que he asumido como resultado de la oración, con mi mejor entendimiento y buena consciencia, sin sobrecargarme, porque trabajo para la Verdad, la Vida y el Amor y los expreso.
- Nunca debo suponer que el cierre de mi iglesia es la única respuesta, sino que en cambio, puedo esforzarme por permanecer receptiva a la inspiración divina. Las Lecciones Bíblicas de la Ciencia Cristiana, que son la esencia de nuestros servicios religiosos, son faros espirituales, sumamente importantes y eficaces para la comunidad y el mundo. Cada miembro de la iglesia puede, a través de su estudio y apoyando las actividades de la iglesia, defender las verdades espirituales que sanan el mundo, sin importar cuántas personas asistan al servicio religioso.
- La Iglesia es un lugar de curación y refugio, y siempre será necesaria.
Estas ideas, adquiridas durante mi retiro, fueron el punto decisivo en mi trabajo para la iglesia. Vislumbré que Dios es al mismo tiempo Principio y Amor, y produce cada idea, incluso la idea de iglesia. El Principio mismo hace que la iglesia cumpla su propósito. Como leemos en la Biblia: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).
Dios es al mismo tiempo Principio y Amor, y produce cada idea, incluso la idea de iglesia.
Este entendimiento me trajo curación a mí y dentro de nuestra iglesia filial. Los síntomas físicos que había experimentado se desvanecieron. Y también en la iglesia pude ver con gratitud cómo dábamos los primeros pasos de progreso. El problema demográfico en gran parte se resolvió. Un par de miembros de nuestra iglesia iniciaron con mucho entusiasmo un grupo de debate sobre Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, y debido a este grupo tres jóvenes se acercaron a nuestra iglesia y fueron aceptados con mucha alegría como miembros. Ellos encontraron que la Ciencia Cristiana era una bendición, y ellos son una bendición para la iglesia.
¡Qué gozo es, teniendo presente la definición de Iglesia de Mary Baker Eddy como “la estructura de la Verdad y el Amor”, unirse a ella y trabajar para despertar “el entendimiento dormido de las creencias materiales a la comprensión de las ideas espirituales y la demostración de la Ciencia divina”! (Ciencia y Salud, pág. 583).