En una ocasión tuve fiebre alta. Me dolía mucho la cabeza, así que me quedé en casa con mi papá, y no fui a la escuela. Esa tarde, mi mamá me leyó la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana. Al escucharla recibí un pensamiento angelical: que Dios no se puede encender y apagar. Dios se mantiene encendido todo el tiempo. El poder de Dios está siempre actuando para sanar y traer el bien.
Usé ese pensamiento angelical el resto del día. Por la noche, me sentía un poco mejor, pero no estaba del todo bien. Así que, al día siguiente, me quedé en casa otra vez.
Mi mamá oró por mí y me dio más pensamientos angelicales que me ayudaban cuando me sentía cansado o sin fuerzas. Me dijo que la enfermedad es como un sueño, así que tenemos que despertar y vernos a nosotros mismos felices y sanos. En la Biblia dice: “Engrandeced a nuestro Dios. Él es la Roca, cuya obra es perfecta” (Deuteronomio 32:3, 4). Yo soy la obra de Dios, tan perfecto como Dios. Otro pensamiento que me ayudó fue que tenía que amar para poder sentir a Dios, porque Dios es Amor.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!