Una mañana mi hija menor despertó con mucho dolor de garganta, y le dolía parte de la cara. Cuando fui con su hermana a la escuela para explicarle a la maestra por qué mi hija menor no asistiría a clase, me enteré de que en la escuela había una epidemia de paperas. La maestra me indicó que para que la niña pudiera regresar a clase, debía traer un certificado médico dándole el alta.
De camino a casa, empecé a orar. La oración es una forma de reconocer nuestra unidad con Dios, afirmar quién es Dios y qué somos nosotros para Él. Al orar reconocí la presencia y el poder de Dios, que lo gobierna todo. Como Dios es Todo-en-todo, y es Espíritu, toda Su creación tiene que ser espiritual. Y puesto que el hombre es el hijo de Dios, somos espirituales, no materiales. No estamos compuestos de elementos materiales, sino que incluimos todas las ideas correctas, espirituales y perfectas.
En relación con esta enfermedad contagiosa, me vino al pensamiento la pregunta: “¿Es esta una ley de Dios?” La respuesta fue un rotundo ¡No! En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy dice que los niños son “representantes espirituales de la Vida, la Verdad y el Amor” (pág. 582). Razoné que como Dios es el Amor mismo, jamás crearía una ley de que los niños deben enfermar. Esta verdad me trajo mucha paz, porque me confirmó que la enfermedad no es una ley de Dios para ninguno de Sus hijos.
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