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La gratitud trae bendiciones

Del número de mayo de 2014 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el Evangelio según Lucas, está la historia cuando Jesús entra en una aldea y le salen “al encuentro diez hombres leprosos”, quienes, al ver al Maestro a lo lejos, le dicen: “¡Maestro, ten misericordia de nosotros!” Entonces Jesús les manda que vayan a mostrarse a los sacerdotes, y cuando van de camino son limpiados.

Y uno de esos hombres, que era samaritano, “viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios,... y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias”. Cuando Jesús vio que solo uno de los hombres regresó para expresar gratitud, dijo: “¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (17:11-19).

Alguien podría decir que todos fueron sanados, a pesar de que la mayoría no dio gracias. Entonces, ¿por qué es importante dar gracias a Dios —hasta por las cosas más pequeñas— con un corazón sincero y lleno de gratitud?

Siento que cuando expresamos gratitud reconocemos la presencia y el gobierno de Dios en nuestra vida. Admitimos que jamás logramos nada por nuestra propia cuenta, sino que el Amor divino está siempre guiándonos, sanándonos, ayudándonos a mantenernos vigilantes, y respondiendo a nuestras necesidades de maneras que jamás podríamos haber imaginado.

La gratitud abre las puertas para que recibamos más bendiciones, incluso más curación, como una colaboradora de este número de El Heraldo pudo comprobar cuando fue sanada de una enfermedad terminal (pág. 10), y otra al vencer la intimidación (pág. 17).

Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La circunstancia misma que tu sentido sufridor considera enojosa y aflictiva, puede ser convertida por el Amor en un ángel hospedado sin saberlo” (pág. 574).

Siempre que enfrentamos un desafío, recurrimos naturalmente a Dios en oración, en busca de respuestas. Es así como somos guiados a cambiar nuestra forma de pensar, y a dejar de lado las opiniones materiales y negativas que nos rodean. Experimentamos progreso espiritual, y nuestro pensar es transformado. Entonces se manifiestan la solución y el bien que necesitamos.

Dar gracias a Dios es el preludio de la curación, la libertad y el bien, en todo aspecto de nuestra vida.

Patricia del Castillo
Redactora

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