¿Te has levantado por la mañana sintiéndote preocupado, temeroso o angustiado, sin siquiera saber por qué? ¿Tienes realmente que cargar con este sentimiento todo el día? ¡De ninguna manera! En la Biblia leemos: “Este es el día que hizo el Señor; nos gozaremos y alegraremos en él” (véase Salmo 118:24).
La alegría y la gratitud son hermanas. Son las dos caras de una misma moneda.
Empezar cada día con alegría y gratitud es ciertamente la oración más elevada y más poderosa que existe. Podemos simplemente agradecer a Dios, nuestro Padre, por el hermoso día lleno de bendiciones que tenemos por delante, sabiendo que en Su bondad y omnisciencia, Él ya ha visto nuestro día y declarado que es muy bueno. Tal actitud no significa tener un pensamiento positivo, sino que es una postura radical basada en esta verdad que encontramos en la Biblia: “Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). En realidad, no existe ningún día imperfecto, infeliz o maldecido, porque cada día es “el día que hizo el Señor”. Lo que llamamos un nuevo día es solo la revelación de lo que realmente existe en la Mente divina, puesto que cada nuevo día es el desenvolvimiento del bien que Dios ya conoce, y que se nos revela para que lo experimentemos. Tomar conciencia de esta verdad nos ayuda a no sentirnos inquietos por el día que tenemos por delante, y a regocijarnos y dar gracias a Dios por todo lo que Él ya ha hecho.
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