¿Te has levantado por la mañana sintiéndote preocupado, temeroso o angustiado, sin siquiera saber por qué? ¿Tienes realmente que cargar con este sentimiento todo el día? ¡De ninguna manera! En la Biblia leemos: “Este es el día que hizo el Señor; nos gozaremos y alegraremos en él” (véase Salmo 118:24).
La alegría y la gratitud son hermanas. Son las dos caras de una misma moneda.
Empezar cada día con alegría y gratitud es ciertamente la oración más elevada y más poderosa que existe. Podemos simplemente agradecer a Dios, nuestro Padre, por el hermoso día lleno de bendiciones que tenemos por delante, sabiendo que en Su bondad y omnisciencia, Él ya ha visto nuestro día y declarado que es muy bueno. Tal actitud no significa tener un pensamiento positivo, sino que es una postura radical basada en esta verdad que encontramos en la Biblia: “Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). En realidad, no existe ningún día imperfecto, infeliz o maldecido, porque cada día es “el día que hizo el Señor”. Lo que llamamos un nuevo día es solo la revelación de lo que realmente existe en la Mente divina, puesto que cada nuevo día es el desenvolvimiento del bien que Dios ya conoce, y que se nos revela para que lo experimentemos. Tomar conciencia de esta verdad nos ayuda a no sentirnos inquietos por el día que tenemos por delante, y a regocijarnos y dar gracias a Dios por todo lo que Él ya ha hecho.
La alegría y la gratitud son hermanas. Son las dos caras de una misma moneda. Donde hay gratitud, allí también habrá alegría. Entiendo cada vez más que es mucho más fácil experimentar la labor de Dios en una atmósfera mental donde reinan la alegría y la gratitud. Expresar alegría y gratitud invita a que pensamientos divinos, pensamientos angelicales, entren en nuestra consciencia, trayendo paz, libertad, liberación, luz y curación. Es por eso que el Apóstol Pablo siempre nos alienta a estar alegres y dar gracias a Dios en todas las cosas (véase 1° Tesalonicenses 5:16, 18).
Siempre me he sentido inspirado por las instancias específicas en que David, en el Antiguo Testamento, y Jesús, en el Nuevo Testamento, en la Biblia, oran usando el poder de la gratitud. Por ejemplo, cuando David va a enfrentar a Goliat, el Filisteo, un guerrero gigantesco y temible, su primera inspiración fue recordar el poder omnipotente y la eterna presencia de Dios, de las que él había sido testigo en su vida, y reconocer las bendiciones que ya había recibido. Le dijo al Rey Saúl: “El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo” (1° Samuel 17:37). Al reconocer la presencia y la acción de Dios en su vida, David se libró del temor, y también el Rey Saúl, el cual le permite a David ir adelante. Y David gana rápidamente la batalla contra Goliat.
El acto de orar y expresar gratitud, alabanza, alegría y acciones de gracias, nos libera de la duda y el temor, y eleva nuestro pensamiento a la atmósfera de la Verdad divina, Dios, y de la fe, donde comprendemos que con Dios todas las cosas son posibles.
Lo mismo ocurre en otra historia bíblica que me gusta, cuando nuestro Maestro, Cristo Jesús, está ante la tumba de Lázaro. Aunque toda la gente a su alrededor se ha resignado a la idea de que Lázaro ha estado muerto en la tumba por cuatro días, Cristo Jesús comienza su oración con un momento de gratitud: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes” (Juan 11:41,42). A medida que reconocemos el bien ya recibido en nuestra vida, estamos preparados para dar aún más testimonio de la presencia y el poder de Dios. El acto de orar y expresar gratitud, alabanza, alegría y acciones de gracias, nos libera de la duda y el temor, y eleva nuestro pensamiento a la atmósfera de la Verdad divina, Dios, y de la fe, donde comprendemos que con Dios todas las cosas son posibles. Una vez que comprendí la importancia de reconocer el bien ya recibido, me di cuenta de que era necesario comenzar siempre mi día recordando una curación que tuve, hasta que mi pensamiento se llenara de gratitud por el poder omnipotente de Dios. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy escribe: “¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido? Entonces aprovecharemos las bendiciones que tenemos, y así estaremos capacitados para recibir más” (pág. 3).
Hace unos años, mi hija me llamó para pedirme que la ayudara con la oración para encontrar trabajo. Había terminado sus estudios universitarios, pero no lograba conseguir un trabajo adecuado. Con un tono de desesperación, casi depresivo, me preguntó: “Papá, en nuestra familia estamos acostumbrados a orar, y siempre recibimos rápidamente maravillosas bendiciones. Yo he estado orando para encontrar trabajo, así que ¿por qué no responde Dios a mi oración en este caso?” Escuché atentamente a la inspiración de Dios, entonces respondí: “Querida, para mí, Dios ya respondió a tu oración. ¿Estás agradecida por todo el bien que ya tienes?” La insté a que recordara las numerosas bendiciones (grandes y pequeñas) que había recibido en su vida, y agradeciera a Dios por ellas. Luego le pedí que me contara por teléfono, alguna curación que hubiera tenido y que ella sentía que había sido muy importante. Mientras ella me contaba una curación que había tenido, yo afirmaba cada vez más, en silencio, que el poder divino que había estado en operación en el momento de aquella curación, estaba en operación en ese preciso instante. Luego le expliqué: “La bendición que recibiste vino del poder ilimitado de Dios, un poder siempre activo y presente. Podríamos decir que la gratitud reactiva la actividad del bien en nuestra experiencia”. Ese mismo día mi hija encontró un trabajo cerca de donde vivía. Poco después, fue contratada por una organización internacional, exactamente como ella había esperado.
Cuando insistimos constantemente, y vivimos en ese estado de pensamiento que afirma, como hizo Cristo Jesús: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes”, veremos que cada uno de nuestros días estará lleno de alegría y bendiciones.
