Hace cinco años, viajé a São Paulo, durante un fin de semana largo para visitar algunos familiares. El día que tenía planeado regresar, cerca de la hora del almuerzo, de repente sentí un dolor tan fuerte en la espalda y en las piernas que no podía moverme y miembros de mi familia tuvieron que llevarme hasta la cama.
Recordé que la semana anterior había cargado muchos objetos pesados y realizado intensa actividad física, entonces pensé que eso podría haber causado algún tipo de lesión. Mis familiares estaban muy preocupados. Me dijeron que podía estar sufriendo de una seria condición en la columna vertebral, y querían llevarme a una sala de emergencias para que me medicaran.
Les agradecí por el cuidado que me brindaban, pero les dije que no era necesario que se preocuparan, y que prefería apoyarme en la Ciencia Cristiana, como he hecho durante muchos años, siempre que necesito sanar de alguna condición física. Entonces le pedí a mi hijo que me leyera pasajes de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Me tranquilicé un poco y me dormí. Sin embargo, cuando me desperté más tarde, todavía estaba adolorida y no podía moverme.
Tenía que regresar a mi casa en dos días porque estaba a punto de comenzar un nuevo negocio y tenía que finalizar en persona las negociaciones con el dueño de la propiedad que pretendía alquilar. Como la propiedad estaba muy bien ubicada, había otras personas interesadas en alquilarla, y sabía que podía perder esa oportunidad si no me presentaba para finalizar el papeleo en la fecha acordada. Me di cuenta de que esta situación me estaba provocando ansiedad, así que decidí pedirle a una practicista de la Ciencia Cristiana que me diera tratamiento mediante la oración.
Me di cuenta de que nuestro verdadero trabajo es siempre alabar a Dios y bendecir.
Cuando hablé con la practicista, la ansiedad se desvaneció inmediatamente y me sentí muy tranquila. Ella me dijo que, así como tenía el deber de realizar el trámite, también tenía el derecho de llevarlo a cabo, y que no debía centrarme tanto en los plazos, porque la obra de Dios ya está hecha y todo lo que Él ha preparado para nosotros se manifiesta en nuestra experiencia, de manera natural, con armonía y sin impedimentos.
Oramos con este pasaje bíblico: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas;… Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:24, 25, 28). Entendí que la Mente divina se expresa en acción constante. Comprender que todo lo que el hombre hace es un reflejo de la acción de la Mente divina, me ha ayudado a purificar mi concepto de humildad. Como resultado, dejé de lado el falso sentido de responsabilidad; entendí que hacerlo era muy importante para sanar.
Cuando percibí que cada persona y cada empresa ocupa su propio lugar, ya determinado y garantizado por Dios, me di cuenta de que el lugar de mi negocio, donde sea que estuviere, no podía ser tomado por otra persona o entorpecido por ninguna circunstancia humana. También percibí que nuestro verdadero trabajo siempre es alabar a Dios y bendecir.
Después de orar con estas ideas, me sentí totalmente libre de todo pensamiento discordante que pudiera obstaculizar mi derecho de estar en las negociaciones. En dos días el dolor había disminuido considerablemente. También podía caminar y estaba en condiciones de viajar. Al final del viaje, que duró seis horas y media en autobús, estaba completamente libre de todo dolor. Y regresé a tiempo para finalizar el papeleo y alquilar el inmueble.
En muchas ocasiones, después de esta curación he tenido que realizar intensa actividad física, caminar o cargar objetos pesados. He hecho todas estas tareas sin dificultad y la condición nunca ha vuelto a repetirse.
Para mí, este pasaje de Ciencia y Salud ilustra la comprensión espiritual que obtuve con esta experiencia: “Darse cuenta de que toda desarmonía es irreal presenta los objetos y pensamientos ante la vista humana en su luz verdadera, y los presenta como bellos e inmortales. La armonía en el hombre es tan real e inmortal como en la música. La discordia es irreal y mortal. ...Cuando aprendemos en la Ciencia cómo ser perfectos, así como nuestro Padre en los cielos es perfecto, el pensamiento es dirigido hacia conductos nuevos y saludables, a la contemplación de cosas inmortales y en dirección opuesta a la materialidad, hacia el Principio del universo, incluyendo el hombre armonioso” (pág. 276).
Hoy, comprendo que Dios concede libertad al hombre en todas las situaciones, incluso en aquellas que no parecen armoniosas.
Olivia Gayoso, Niterói