Vivimos en un mundo en constante cambio e incertidumbre, donde muchos están preocupados por su futuro. Tal vez sientan que su éxito y felicidad dependen de la compañía para la que trabajan, el medicamento que toman, o el consejo de un psicólogo. Sin embargo, nuestra paz, nuestra salud, nuestra provisión diaria, nuestra habilidad para tener una vida productiva, depende totalmente de Dios, no de opiniones humanas o esas otras cosas.
Dios es por siempre la única fuente de todo el bien, incluso de nuestro progreso, nuestras relaciones y nuestras alegrías. La Mente infinita nos ha dado la capacidad de percibir esto y de buscar Su guía y ver el reino de los cielos ahora mismo.
La Biblia cuenta la historia de una mujer que se queda viuda, con deudas y sin dinero, y los acreedores quieren quitarle los hijos para llevárselos como siervos. Entonces recurre al profeta Eliseo quien le pregunta “¿Qué tienes en casa?”, y ella se da cuenta de que tiene una vasija de aceite (véase 2° Reyes, Cap. 4).
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!