Durante un viaje a Florida, desperté una mañana cubierta de picaduras de chinche y llena de ronchas. Ese día permanecí adentro de la habitación porque mi aspecto era muy desagradable y no quería molestar a nadie. Sin embargo, estaba preocupada y llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara por medio de la oración. Ella, de inmediato, me dijo que dejara de mirar la materia y leyera este párrafo de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, “Vuelve tu mirada del cuerpo hacia la Verdad y el Amor, el Principio de toda felicidad, armonía e inmortalidad” (pág. 261).
Asistí desde chica a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana donde aprendí que Verdad y Amor son sinónimos de Dios. Dios es bueno y amoroso, por tanto la Verdad y el Amor deben ser hermosos y apacibles. Me di cuenta de que la Sra. Eddy no dice simplemente que apartemos la mirada del cuerpo y no hagamos nada, sino que nos volvamos hacia la Verdad y el Amor para sanar.
Yo quería ver representado en el cuerpo lo que es verdad acerca de mí desde una perspectiva espiritual: armonía y perfección.
También razoné que, metafísicamente hablando, para poder cambiar una imagen en una pantalla debemos cambiar lo que está en el proyector. Es decir, yo necesitaba cambiar mi pensamiento para poder sanar lo que se estaba proyectando en mi cuerpo. Yo quería ver representado en el cuerpo lo que es verdad acerca de mí desde una perspectiva espiritual: armonía y perfección. Sentí menos temor.
Yo sabía que solo podría sanar confiando completamente en Dios y Su creación perfecta, y sobre ninguna otra base. Este cambio en el pensamiento me trajo más paz.
Oré para saber que, mientras dormía, no podía ser atacada maliciosamente por nada. El Himno 144 del Himnario de la Ciencia Cristiana me vino al pensamiento. Comienza, “Ambiente de divino Amor respira nuestro ser”.
Me di cuenta de que siempre estaba en esta atmósfera del Amor divino, así que siempre estaba a salvo porque no podía estar nunca separada de Dios. A esta altura todo temor se desvaneció. En 24 horas estaba completamente libre de picazón y no tenía marca alguna. También cambié de hotel por el resto del viaje.
Me sentí profundamente agradecida por esta rápida curación. Comprendí que incluso el rayo más pequeño de verdad y comprensión produce una curación pronta y radical.
Dena Falken, Ciudad de Nueva York