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Puedes sanar con confianza

Del número de agosto de 2014 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En su libro Niagara: A History of the Falls [Niágara: Una historia de las cataratas] Pierre Berton relata que Charles Blondin (a quien se refiere Mary Baker Eddy en la página 199 de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras) cruzó muchas veces las Cataratas del Niágara por una cuerda tirante. En diferentes ocasiones, a mitad de camino, cocinó su desayuno, dio un salto mortal y se balanceó sobre una silla. Además, las cruzó con los ojos vendados, durante la noche, y llevó a su administrador al otro lado de las cataratas cargándolo a cuestas. Todo lo hizo sabiendo que podía hacerlo.

Respecto al hecho de saber que uno puede orar con eficacia, Jesús dijo: “Cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Marcos 11:23). Saber que podemos traer armonía a cualquier situación humana, que podemos sanar el pecado y la enfermedad mediante la oración, es clave para seguir a Jesús de esta manera.

El hecho maravilloso de que no existe nada aparte de Dios, apoya tu obra sanadora. Aunque puede que se requiera mucho crecimiento espiritual para demostrar esta realidad por completo, tenemos el derecho de saber que sabemos que Dios es todo, porque reflejamos Su comprensión de esta verdad metafísica.

Por supuesto, en realidad, no hay error que se oponga al bien. Pero para ser un Científico Cristiano genuino, tenemos que hacer frente al argumento de que uno no puede sanar espiritualmente. Tu iglesia filial, así como el movimiento de la Ciencia Cristiana, solo progresa a medida que ese argumento es vencido en la consciencia individual.

Mary Baker Eddy escribió: “Mantén perpetuamente este pensamiento: que es la idea espiritual, el Espíritu Santo y el Cristo, lo que te capacita para demostrar, con certeza científica, la regla de la curación, basada en su Principio divino, el Amor, que subyace, cobija y envuelve todo el ser verdadero” (Ciencia y Salud, pág. 496). La curación debe ser el resultado de nuestra constante y clara percepción de que podemos sanar, así como de vivir de manera consecuente con esa consciencia sagrada.

Podría haber miles de sugestiones que indicaran por qué no puedes sanar a los enfermos; entre ellas, la curación en la Ciencia Cristiana no se produce con tanta frecuencia como antes; poner mucho énfasis en la medicina física tiene un efecto adverso contra la curación espiritual; no Le has dado preferencia a Dios lo suficiente en tu vida diaria; ayer no sanaste nada. Pero esos pensamientos, que realmente no te pertenecen, representarían al error luchando por su vida hipotética; hipotética porque cualquiera sea el argumento, el error no tiene realidad, legitimidad ni poder para oponerse a la armonía.

¡Anímense, todos los miembros de la Iglesia! Recuerden siempre que todos somos llamados a seguir a Jesús mediante la curación, y que la ley de armonía de Dios les da la capacidad necesaria para llevar a cabo esta obra sagrada.

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