¿Y si todas las verdades espirituales y metafísicas que se encuentran en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, fueran ciertas ahora? ¿No parece extraño incluso plantear tal pregunta?
Puede que alguien responda: “Bueno, llevo leyendo Ciencia y Salud casi toda mi vida y creo que todo lo que he leído es absolutamente cierto”. Pero cuando se pregunta de manera ligeramente diferente: “¿Crees que estas verdades son ciertas para ti ahora mismo?”, la respuesta puede que muestre indicios de reserva. La contestación quizá podría ser algo así: “Todavía tengo mucho que demostrar”.
Aunque la respuesta pueda parecer apropiadamente modesta, en realidad, denota la necesidad de comprender mejor un punto vital de la Ciencia Cristiana. La base para la demostración en la Ciencia Cristiana no se trata de un yo en la materia que sabe lo suficiente, sino que es en cambio el abrazo del Amor divino a Su creación.
Mary Baker Eddy instaba frecuentemente a sus alumnos a alcanzar una comprensión espiritual más elevada de su capacidad para conocer y demostrar la Ciencia Cristiana. Desde el primer momento enseñó que la Ciencia del Cristo no se trata de lo que la mente humana piensa, sino de obedecer y aceptar lo que Dios conoce. Es lo que la Mente única conoce de su creación y cómo el Amor divino rodea a cada uno solícitamente, lo que brinda armonía y curación casi inimaginables a la así llamada mentalidad humana.
A veces, una curación por la Ciencia Cristiana ilustra este punto de formas inolvidables. Una de mis favoritas es un testimonio que habla de un niño de siete años que cayó de un velero que navegaba a gran velocidad por la Bahía de San Francisco. Su madre y su padre estaban bajo cubierta y el velero había recorrido bastante distancia. Cuando subieron, no había señales del pequeño por ninguna parte.
No era humanamente posible saber qué dirección tomar, y un error podía haberles hecho perder un tiempo crucial. Oraron desde el punto de vista de la Ciencia Cristiana, y la dirección que eligieron les llevó al lugar donde el pequeño estaba flotando en el agua tranquilo y a salvo. ¡Él les dijo que había estado pensando en las verdades que había aprendido en la Escuela Dominical!
Otras experiencias de curaciones cuentan cómo la gente ha sido transformada a pesar de saber muy poco o nada de la Ciencia Cristiana. Por ejemplo, la vida de una prostituta dio un giro radical en una visita a la oficina de un practicista. Cuando salía de la oficina, resbaló por las escaleras y cayó en los brazos de un hombre que, debido al aspecto desaliñado de la mujer, se dio cuenta de que ella necesitaba un trabajo. Él le ofreció un trabajo y ella lo aceptó. Esta mujer continuó estudiando la Ciencia y llegó a ser un miembro activo de la iglesia de la Ciencia Cristiana.
Cada uno de estos ejemplos, y miles similares a ellos en los testimonios del Journal, Sentinel y Heraldo, demuestran que las verdades de la Ciencia son ciertas para cada uno en el presente, ahora, incluso cuando la gente conoce poco o nada de la Ciencia Cristiana. ¿No debería ser este el caso, ya que el Amor divino es el Principio constante e invariable, el mismo en todas partes del universo?
Cuando en una reciente Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana, el Salmista pedía a toda la tierra cantar un cántico nuevo de alabanza a Dios, la frase me llamó la atención como nunca antes lo había hecho (véase Salmos 96). El júbilo del escritor del salmo era impresionante. Para él, esto estaba sucediendo actualmente. Había una inmediatez, un “ahora mismo” en esto. Es obvio que no necesitó una eternidad de deprimente y laboriosa meditación para percibir cómo el amor ilimitado de Dios incluye a todo el mundo. Fue similar a la revelación de la Ciencia Cristiana de que todo el mundo está ya sostenido en la realidad del Amor divino que lo abarca todo. Cada curación de la Ciencia Cristiana está por supuesto basada en esta maravillosa verdad espiritual.
Pero la Sra. Eddy explicó que, para que la curación-Cristo continúe siendo demostrada y crezca en una era que parece dominada por las declaraciones del materialismo científico, debe ser impulsada por una comprensión espiritual más elevada. “La creencia vieja”, escribió, “tiene que ser echada fuera o la idea nueva será derramada, y la inspiración, que ha de cambiar nuestro punto de vista, se perderá” (Ciencia y Salud, págs. 281-282).
Por supuesto, el punto de vista que necesita ser cambiado es la impresión de tener una vida y una mente en la materia, de algún modo fuera y separadas de la única Mente infinita, el Espíritu, o el ser de Dios que es Todo-en-todo ahora. Vivir con consistencia este hecho espiritual conlleva trabajo, y la Sra. Eddy lo deja claro cuando remarca que “La canción de la Ciencia Cristiana es: ‘Trabajad — trabajad — trabajad — velad y orad’ ” (Mensaje a La Iglesia Madre para el año 1900, pág. 2). Este sentido de un ego en la materia oscurecería, si pudiera, la luz del ser espiritual revelado en la Ciencia Cristiana. Pero se comprueba que es una amenaza completamente falsa cuando queda al descubierto y se ve que no es más que una sugestión mesmérica sin poder que oponer a los hechos espirituales, los cuales, como el Salmista percibió con gozo, son verdaderos para cada uno ahora.
Ciencia y Salud nos dice: “Al partir desde un punto de vista más alto, uno se eleva espontáneamente, así como la luz emite luz sin esfuerzo...” (pág. 262).
Allison W. Phinney
Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 7 de marzo de 2016
El reino de lo real es el Espíritu. La desemejanza del Espíritu es la materia, y lo opuesto de lo real no es divino, es un concepto humano.
(Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. p. 277)