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Original Web

El gobierno perfecto de Dios

Del número de febrero de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 14 de diciembre de 2017 como original para la Web.


Cuando necesitamos algo, podemos recurrir a Dios y buscar Su ayuda para liberarnos de cualquier desafío que estemos enfrentando. Pero cuando lo hacemos, ¿esperamos realmente que el problema se resuelva? ¿O nos quedamos preguntándonos si podemos verdaderamente depender de la oración para obtener resultados? ¿Comenzamos a preguntarnos si nuestras oraciones podrían ser desoídas porque son imperfectas o porque no lo merecemos? ¿Hay acaso interrupciones en la bondad de Dios?

Los beneficiosos efectos de la oración jamás se ponen en duda cuando tenemos una comprensión genuina de Dios. La Ciencia Cristiana se basa en las enseñanzas de Cristo Jesús, y explica la naturaleza de Dios y nuestra relación con Él por ser Su imagen y semejanza espiritual. Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, escribió acerca de cómo llegó “a conclusiones absolutas mediante la revelación divina, la razón y la demostración” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 109).

“Conclusiones absolutas”. Esto significa certeza. Podemos saber que, como Dios es del todo bueno, omnipresente, omnipotente, omnisciente, no existe ninguna posibilidad de que algo pueda interrumpir o descarrilar el continuo gobierno de Dios. Y como el hombre está creado a imagen de Dios, espiritual y completo, no tiene capacidad alguna para causar o experimentar el mal.

Esta línea de pensamiento se me presenta todo el tiempo. Al realizar las actividades del día, pensamientos de que Dios gobierna perfectamente al hombre surgen de manera inesperada, a menudo cuando estoy manejando. Finalmente, puse en el auto una pluma y un anotador para poder apuntar una palabra o frase, al parar en un semáforo. Una vez que empecé a hacer esto, mi lista empezó a crecer en un período de varias semanas.

Me di cuenta de que, si podía realmente aceptar que el reino perfecto de Dios, el Espíritu, es la verdad de la creación, entonces, podía comprender fácilmente que la creencia en la existencia basada en la materia era irreal. Nunca necesito adivinar. Puedo apoyarme en Dios y en que Su creación perfecta está por siempre intacta, operando bajo la ley divina. Esto nos brinda una libertad ilimitada y la habilidad de vencer errores de todo tipo.

Al continuar con esta línea de pensamiento, comprendí que el gobierno divino del hombre significa que nada contrario a Dios puede afectar al hombre de ninguna forma. No hay accidentes, no hay sucesos casuales, no hay oportunidades perdidas, nadie es una víctima, no existe la impotencia. Simplemente, no existe la casualidad en el universo completo de las ideas espirituales de Dios.

Sabía que debía tomar una posición firme en mi pensamiento. O bien, sé con convicción que Dios es Todo, y es el único poder y vida del hombre, o no lo sé. Dios habló y Su creación ¡fue hecha! Y era buena en gran manera (véanse Salmos 33:9 y Génesis 1:31). No se puede dudar. La creación de Dios es completa y ya está presente. No tenemos que esperar a que haya perfección en el reino de los cielos; nosotros ya moramos allí.

Comprender esto tuvo un enorme impacto en mí. Empecé a vigilar cada pensamiento más cuidadosamente, y me sorprendí al ver con cuanta frecuencia mi pensamiento había aceptado dudas y temores basados en los sentidos materiales.

Me impuse el desafío de confiar en Dios en cada oportunidad. Los sucesos aparentemente ordinarios adquirieron un matiz diferente. Esta práctica ha demostrado ser invalorable al planear reuniones, tomar decisiones y armonizar cada aspecto de mi vida. Me di cuenta de que cuando confío en el gobierno perfecto de Dios, no queda nada de lo cual pueda dudar.

Puesto que Dios es del todo bueno, omnipresente, omnipotente, omnisciente, no existe ninguna posibilidad de que algo pueda interrumpir o descarrilar el continuo gobierno de Dios.

¿Cómo ha resultado esto en la práctica? Recientemente, una de mis hijas adultas me llamó muy afligida. Había tenido un accidente y como resultado tenía varias heridas punzantes en una mano. Había estado orando por ello, pero la condición se había estado deteriorando cada vez más al punto que estaba muy atemorizada. Me pidió que la apoyara con la oración.

Compartí con ella esta idea de Ciencia y Salud: “Los accidentes son desconocidos para Dios, o la Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la causalidad por el sentido correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía”. Y continúa diciendo: “Bajo la divina Providencia no puede haber accidentes, puesto que no hay lugar para la imperfección en la perfección” (pág. 424).

Este pensamiento me reconfortó a mí también. Aunque en aquel momento no se lo mencioné a ella, yo necesitaba vencer primero mis propios temores. Los síntomas que ella describió eran los mismos que un amigo había tenido hacía un tiempo. Cuando los médicos lo vieron, le dijeron que era demasiado tarde para poder salvar su brazo, y se lo tuvieron que amputar. Yo tenía miedo de que ocurriera lo mismo con mi hija.

Sabía que lo primero que tenía que hacer era afirmar para mí misma la naturaleza completamente espiritual del hombre como imagen perfecta de Dios. La Biblia declara que Dios es Espíritu, y que todo lo que el Espíritu crea es igualmente espiritual. Era esencial negar toda realidad contraria a la creación espiritual de Dios. Establecí esa verdad en mi pensamiento con gran convicción, respaldada por las numerosas curaciones de las que había sido testigo.

Luego, declaré con firmeza que era imposible que el hombre pudiera estar en algún momento separado de su creador. Un reflejo o imagen no puede funcionar por su cuenta, sino que siempre debe representar a su original. De la misma manera, nosotros derivamos toda la existencia de Dios.

Afirmar que Dios es Espíritu, y que el hombre es la imagen precisa del Espíritu, me dio las bases para ver claramente la irrealidad de la situación que presentaba el testimonio de los sentidos materiales. Me aferré a la verdadera forma de ver al hombre como espiritual y perfecto, siempre bajo el gobierno y la protección de Dios.

En un día o dos, los alarmantes síntomas desaparecieron. Las heridas punzantes y la correspondiente inmovilidad de los dedos disminuyeron, hasta que ella pudo recuperar por completo el movimiento de la mano. Las dos nos regocijamos al ver la prueba de la presencia y el poder de Dios, y saber que el hombre es inseparable de su Hacedor.

Estoy agradecida por cada tribulación y oportunidad de aprender y demostrar la total bondad de Dios y Su gobierno perfecto. Estas lecciones me han ayudado a comprender que nadie es susceptible a enfrentar sucesos fortuitos y dañinos. Esta idea me ayuda cuando oro por el mundo. Siento menos la tentación de especular o preocuparme por el futuro. Mantener el pensamiento centrado en los hechos absolutos de la ley divina de Dios, sin elemento de incertidumbre alguno, trae una calmada certeza que sana. El gobierno perfecto que Dios ejerce sobre el hombre es siempre eficaz, activo y está siempre a nuestro alcance.

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