Nuestra familia tiene dos gatos. Uno se llama Emmie. Es totalmente blanca excepto por una mancha negra que tiene al costado y una cola negra y delgada. Le encanta que la mimen y jugar afuera.
A veces, cuando Emmie juega afuera, los bichos caminan sobre ella. Antes de que entre en la casa, le sacamos los bichos porque ellos viven afuera, no en nuestra gatita.
Un día, mi esposo, Arthur, encontró una protuberancia extraña en el cuello de Emmie. Me lo contó, pero yo pensé que desaparecería.
Pocos días después, Arthur me volvió a hablar de la protuberancia. Estaba preocupado por la gata.
Arthur y yo queremos mucho a Emmie, así que decidimos pedirle ayuda a Dios. Como Dios es el Amor todopoderoso, sabíamos que podíamos confiar en que Dios cuidaría de la gatita. Estuvimos de acuerdo en orar por ella.
Pero cuando empecé a orar, sentí un poco de temor. ¿Qué pasaría si uno de esos bichos la había lastimado? ¿Qué haríamos si la protuberancia no desaparecía? Tenía que decirles a todas esas preguntas que dejaran de molestarme para poder escuchar lo que Dios me estaba diciendo de Emmie.
Cuando escuchaba a Dios, podía sentir cuánto ama Dios a Emmie. Como Dios la ama mucho, yo sabía que Él la estaba manteniendo a salvo.
Pensé en los bichos que encontramos caminando sobre Emmie. La Biblia dice que Dios creó “todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno” (Génesis 1:25). Dado que Dios creó las cosas que se arrastran y las vio buenas, yo sabía que las podía ver como Dios las ve y saber que son inofensivas. Una buena idea de Dios nunca le haría daño a otra idea buena.
Mary Baker Eddy, una mujer que también amaba a los animales, explica más sobre esto cuando dice: “Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles, indestructibles” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 514).
¡Uau! Como esos bichos eran realmente criaturas de Dios, no podían hacer daño ni lastimar ni nada. Pero eso no era todo. Tanto Emmie como esos bichos eran útiles, especialmente porque me estaban enseñando que Dios nos ama a todos nosotros. Y me sentí reconfortada de saber que Emmie, por ser una criatura de Dios, era indestructible. Su afectuosa y gentil presencia estaba totalmente a salvo porque fue creada por Dios, completamente espiritual.
¡Cada vez que los pensamientos de temor trataban de hablarme, les decía que se callaran! Entonces podía escuchar la voz mucho más fuerte de Dios que me decía que Emmie estaba perfectamente bien cuidada en Su amor. Muy pronto los pensamientos de temor dejaron de venir, así que lo único que podía sentir era el amor de Dios.
Pocos días después, estaba acariciando a Emmie y mi mano le tocó el cuello donde había estado la protuberancia. ¡Había desaparecido casi por completo! Llamé a Arthur y me dijo que también acababa de notarlo. Él ya no estaba preocupado. Muy pronto, la protuberancia desapareció por completo.
Los dos agradecimos a Dios por cuidar de Emmie. Y ella dijo: “Miau”, ¡agradeciendo también!
