Hace dos años, tuve una caída seria mientras caminaba en el jardín de mi casa. Llevaba puestos unos zoquetes de invierno gruesos, así que al principio no vi la lesión, pero sentía como que tenía rotos los huesos de un pie, y me dolía muchísimo.
De inmediato, recurrí a los hechos espirituales de la existencia para contrarrestar la sugestión de dolor. Oré con “la declaración científica del ser” de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, la cual dice: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, pues Dios es Todo-en-todo. El Espíritu es la Verdad inmortal; la materia es el error mortal. El Espíritu es lo real y eterno; la materia es lo irreal y temporal. El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto, el hombre no es material; él es espiritual” (pág. 468).
Al reflexionar sobre estas ideas, me di cuenta de que nunca podría dejar de saber que era una idea espiritual completa creada por Dios. Comprendí que el ser del hombre no se encuentra en un cuerpo material, y esto quería decir que el dolor que sentía era una ilusión. Tomé cada una de estas benditas verdades y me aferré a ellas, y el dolor se calmó.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!