La ciencia con frecuencia explica cosas que de otro modo parecerían inexplicables al espectador. Por ejemplo, puede parece que no hay nada que sostenga el peso de un avión cuando despega. Pero al comprender las leyes científicas de la aerodinámica, los ingenieros han podido construir aeronaves de 100 toneladas que pueden elevarse por la aparente presión invisible de la fuerza del aire, y a todos los pilotos ahora se les enseñan estos principios científicos del vuelo.
De igual manera, podemos ver el efecto del poder restaurador de Dios mediante las curaciones en la Ciencia Cristiana, aunque nuestros sentidos materiales no puedan discernir la causa. Nosotros podemos, mediante el sentido espiritual, aprender a comprender y practicar el Principio científico y las leyes de la curación.
Una curación cristiana que podríamos presenciar o leer acerca de ella parece milagrosa en la superficie. Cuando Pablo sanó instantáneamente a un hombre que había sido lisiado desde su nacimiento, los que vieron la curación exclamaron: “Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros” (Hechos 14:11). Sin embargo, Cristo Jesús enseñó a sus seguidores que las curaciones que él y ellos realizaban no eran el resultado de la habilidad personal o a instancias de Dios; ellos tenían el respaldo del Principio divino, que es Dios. Jesús dijo: “Les estoy diciendo la verdad… el que cree en mí hará las mismas cosas que yo hago. Los que creen harán hasta cosas más grandes que estas, porque yo voy al Padre (Juan 14:12, según la Expanded Bible).
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!