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Original Web

Curación cristiana: científica, no milagrosa

Del número de septiembre de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 2 de julio de 2018 como original para la Web.


La ciencia con frecuencia explica cosas que de otro modo parecerían inexplicables al espectador. Por ejemplo, puede parece que no hay nada que sostenga el peso de un avión cuando despega. Pero al comprender las leyes científicas de la aerodinámica, los ingenieros han podido construir aeronaves de 100 toneladas que pueden elevarse por la aparente presión invisible de la fuerza del aire, y a todos los pilotos ahora se les enseñan estos principios científicos del vuelo.

De igual manera, podemos ver el efecto del poder restaurador de Dios mediante las curaciones en la Ciencia Cristiana, aunque nuestros sentidos materiales no puedan discernir la causa. Nosotros podemos, mediante el sentido espiritual, aprender a comprender y practicar el Principio científico y las leyes de la curación.

Una curación cristiana que podríamos presenciar o leer acerca de ella parece milagrosa en la superficie. Cuando Pablo sanó instantáneamente a un hombre que había sido lisiado desde su nacimiento, los que vieron la curación exclamaron: “Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros” (Hechos 14:11). Sin embargo, Cristo Jesús enseñó a sus seguidores que las curaciones que él y ellos realizaban no eran el resultado de la habilidad personal o a instancias de Dios; ellos tenían el respaldo del Principio divino, que es Dios. Jesús dijo: “Les estoy diciendo la verdad… el que cree en mí hará las mismas cosas que yo hago. Los que creen harán hasta cosas más grandes que estas, porque yo voy al Padre (Juan 14:12, según la Expanded Bible).

Al enfrentarse con la enfermedad, mi familia ha recurrido a Dios una y otra vez en oración, buscando para la curación a nuestro Padre como el Principio divino que es la Verdad y el Amor. Una mañana, en marzo de 2016, mi esposo de pronto sintió un fuerte dolor en el abdomen. El dolor era tan intenso que me pidió que llamara a un practicista para que nos ayudara mediante el tratamiento en la Ciencia Cristiana.

Las alentadoras palabras del practicista de que el amor de Dios era una ayuda inmediata, calmaron nuestros temores. Mi esposo se aferró a la promesa de Jesús de que el reino de los cielos estaba dentro de él (véase Lucas 17:21, según versión King James). Yo también oré para comprender mejor la declaración de la Biblia de que la carne y la sangre no forman parte del reino de Dios (véase 1 Corintios 15:50). Por ser el Espíritu, Dios nos creó a todos nosotros espiritualmente, no materialmente. Por ser el Amor divino, Dios no nos podría crear para pecar, sufrir y morir.

Varios meses antes, un tratamiento en la Ciencia Cristiana me había liberado rápida y permanentemente de un debilitante dolor en la cadera. Al ser tratada mediante la oración y comprensión de Dios del practicista, yo había podido ver claramente que el Amor perfecto mantenía por siempre mi salud en una existencia libre de dolor. Si el dolor era algo que podía venir e irse, entonces no tenía base en la Verdad eterna, la realidad inalterable de nuestra existencia espiritual. Esta lección fortaleció mis propias oraciones al lidiar con la situación de mi esposo.

Luego, aquella misma tarde, mientras él caminaba de un cuarto a otro, en el espacio de tres pasos, el dolor tan agudo que había estado sintiendo desapareció por completo y jamás volvió.

La decisión de apoyarse en la Ciencia Cristiana estaba basada en la experiencia que había tenido toda la vida al ver pruebas de este sistema científico de curación mental. Una curación basada en las leyes infalibles del Amor divino que requiere apoyarse totalmente en Dios, el Espíritu, como el único sanador.

Soy profesora de ingeniería aeroespacial, así que al abordar un avión, no tengo temor de que las leyes de la aerodinámica —la aplicación de las cuales hace que el vuelo sea confiable— de pronto dejen de funcionar. De igual manera, como Científica Cristiana comprendo que se puede confiar plenamente en la ley de Dios —la ley del Amor perfecto— que está siempre en operación. Lo único que se necesita es comprenderla correctamente y adherirse a ella cuando queremos sanar. Toda curación metafísica se produce al comprender nuestro inherente dominio espiritual. Como toda ciencia, cuanto mejor la comprendemos, más capaces somos de resolver problemas.

En el espacio de tres pasos, el dolor tan agudo que mi esposo había estado sintiendo desapareció por completo y jamás volvió.

El versículo, del cual cité las palabras que Jesús dijo a sus discípulos, continúa diciendo: “Ellos harán cosas más grandes porque todos los creyentes —no solo Jesús— tendrán el Espíritu Santo viviendo en ellos y dándoles poder” (Juan 14:12, según la Expanded Bible). ¿Qué es el Espíritu Santo? Y ¿por qué los cristianos dejaron de sanar pocos siglos después de que se fue Jesús?

Fue como si el cristianismo hubiera sido un avión con un piloto a quien se le había enseñado a creer incorrectamente: “Hace mucho tiempo este avión podía volar, pero ahora no puede hacerlo”. Ciertamente Dios aún está operando hoy en día, pero la mayor parte de lo que se comprende acerca de lo práctico que es el cuidado de Dios es limitado, debido a la ignorancia que existe respecto al poder que tiene el Espíritu Santo que se encuentra en nosotros para sanar. No obstante, el Espíritu Santo —la Ciencia sanadora de Dios que Jesús probó tan cabalmente— es eterno.

Jesús predijo que se acercaba la “noche” en que se perdería la comprensión, cuando sanó a un hombre ciego de nacimiento. Él dijo: “Mientras es de día, debemos continuar trabajando en la labor de Aquel que me envió. Viene la noche…, cuando nadie puede trabajar (Juan 9:4, según la Expanded Bible). No obstante, él también profetizó que finalmente renacerían la comprensión y la práctica del poder divino mediante la venida del Consolador, o Espíritu Santo. Jesús dijo que este “Espíritu de verdad” enseñaría todas las cosas y daría testimonio de él, repitiendo sus obras sanadoras (véase Juan, capítulos 14 y 15).

Antes les había manifestado a sus seguidores que tenía más cosas para decirles, pero que era demasiado como para que ellos lo escucharan en ese momento. Jesús predicó: “El Espíritu es el que da vida. La carne no da vida”, y luego agregó, “Pero algunos de ustedes no creen” (Juan 6, 63, 64, según la Expanded Bible). Los registros de la Biblia indican que muchos de sus seguidores se alejaron de él después de que dijo esto. ¿Fue acaso porque no estaban listos para aceptar las profundas verdades, o Ciencia divina, de nuestra existencia espiritual?

A pedido de la sabiduría, Jesús dejó la completa explicación científica de sus poderosas obras, incluso la afirmación de que toda realidad está únicamente en el Espíritu, para la venida del Consolador: la Ciencia Cristiana. Jesús sabía que el Consolador sería recibido con tanto rechazo y odio como los que él había recibido en este mundo.

Él debe de haber sabido que el pensamiento tenía que estar preparado para la venida del Consolador a fin de que su descubrimiento pudiera ser protegido. No fue sino hasta el siglo XIX en los Estados Unidos —durante un período de tremendo movimiento en la ciencia, los derechos humanos y la libertad y reforma religiosas— que se descubrió la Ciencia Cristiana.

Mary Baker Eddy, nativa de Nueva Inglaterra, descubrió este poder sanador científico del Cristo en 1866, y lo puso a disposición de la humanidad en 1875, con la publicación de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. La “caída de la manzana” (Mary Baker Eddy, Retrospección e Introspección, pág. 24) que le permitió hacer este descubrimiento, después de recurrir a su Biblia, fue su inmediata recuperación de parálisis y serias heridas internas causadas por un accidente (véase Yvonne Caché von Fettweis and Robert Townsend Warneck, Mary Baker Eddy: Christian Healer, Amplified Edition, pp. 56–59). 

Posteriormente, escribió: “La Biblia fue mi libro de texto. Ella contestó mis preguntas acerca de cómo fui sanada; pero las Escrituras tuvieron para mí un nuevo significado, una nueva lengua. Su significación espiritual apareció; y comprendí por primera vez en su significado espiritual la enseñanza de Jesús y su demostración, y el Principio y la regla de la Ciencia espiritual y de la curación metafísica —en una palabra, la Ciencia Cristiana” (Retrospección e Introspección, pág. 25).

La trinidad, “Dios el Padre-Madre; el Cristo la idea espiritual de filiación; la Ciencia divina o el Santo Consolador” (Ciencia y Salud, pág. 331), delinean la revelación de la Palabra de Dios a la humanidad. El Antiguo Testamento reveló para toda la eternidad que Dios es el creador, incluso el Padre y el protector, de todos nosotros. El Nuevo Testamento continúa esta revelación a través de la vida de Cristo Jesús como el Hijo de Dios. El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, completó esta revelación para despertar nuestro entendimiento del Espíritu Santo.

Ciencia y Salud explica que la culminante demostración de Jesús, a través de la resurrección, no solo fue un acto de amor puro para la salvación de la humanidad, sino que fue la prueba científica de que nuestra vida no es material; se encuentra por siempre en el Espíritu. Fue mediante esta revelación de que la vida es totalmente espiritual que Mary Baker Eddy y sus estudiantes fueron capaces de sanar a miles de personas. Con la prueba científica de su descubrimiento, ella comprendió que los milagros no eran misteriosos o una violación de la ley; ella definió milagro como “lo que es divinamente natural, pero que tiene que ser aprendido humanamente; un fenómeno de la Ciencia” (Ciencia y Salud, pág. 591).

Al ver que la curación era un cumplimiento de la ley de Dios —destituyendo el concepto de que estamos gobernados por las leyes de la materia, que Dios jamás ordenó— ella escribió: “Las supuestas leyes que resultan en cansancio y enfermedad no son Sus leyes, pues la legítima y única acción posible de la Verdad es la producción de la armonía. Las leyes de la naturaleza son leyes del Espíritu; pero los mortales comúnmente reconocen como ley aquello que oculta el poder del Espíritu” (Ciencia y Salud, pág. 183). Las leyes, o más precisamente las mentiras, de la materia incluyen enfermedad, muerte y deterioro, y estos no tiene poder sobre la creación espiritual de Dios.

Esta revelación sacó a luz una comprensión más amplia del significado de la vida y las notables obras de Jesús, incluso el hecho de caminar sobre las aguas y alimentar a miles con tan solo unos pocos panes y peces. La Sra. Eddy consideraba que Jesús fue el hombre más científico que caminó sobre la tierra (véase Ciencia y Salud, pág. 313). Una parte integral de su misión fue probar que el hombre es uno con Dios, lo cual da al hombre dominio a través del poder del Espíritu, demostrando científicamente que la materia es insustancial y, por lo tanto, incapaz de dominarnos con falsas pretensiones de discordancia, escasez, enfermedad y muerte.

¿Has mirado alguna vez maravillado un Boeing 737 volar por los aires? El simple hecho de alcanzar una vislumbre de la Ciencia de Dios te inspira aún más, porque hace que lo que parece imposible repentinamente sea comprensible y factible. El bien nunca es milagroso. Jesús declaró abiertamente que la aplicación científica de la Verdad por siempre presente trae curación, cuando dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32, Nueva Versión Internacional). Conocer la verdad con un corazón sincero nos capacita para obedecer el mandato de Jesús de seguirlo por el camino de la salvación científica, lo que incluye ser sanadores cristianos.

Al asimilar el espíritu del Principio divino que respaldaba la vida y las obras de Cristo Jesús, podemos aprender a sanar como él enseñó. Podemos comprender que el Amor está listo, es de hecho omnipotentemente capaz de aliviar el sufrimiento mediante el dominio del Cristo. Cada curación —ya sea física, financiera o de otro tipo— establece paso a paso, “línea sobre línea” (Isaías 28:13), el reino del Cristo y el reino de los cielos en la tierra. Con nuestro Padre, el Principio divino, gobernándolo todo, nuestras oraciones para probar esto pueden lograr curaciones aparentemente imposibles por medio de la demostración científica.

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