Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Ceder a la voluntad de Dios

Del número de octubre de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 21 de junio de 2021 como original para la Web.


Cristo Jesús dijo: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (Juan 5:19).  

Jesús no dijo que no podía hacer nada, sino que sin su Padre celestial no tenía poder. Dejó en claro que Dios era la autoridad detrás de sus palabras y obras. Y como leemos en Mateo, “Les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (7:29).

  Así como su dependencia en la bondad y el poder de Dios le permitió a Jesús sanar, hoy la Ciencia Cristiana nos muestra cómo podemos apoyarnos en la comprensión de la autoridad suprema de Dios para sanarnos a nosotros mismos y a los demás.  

“Para alcanzar el cielo, la armonía del ser, tenemos que comprender el Principio divino del ser”, afirma Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy (pág. 6). El libro continúa explicando que toda ley procede del Principio, que es otro nombre para Dios. Por ser infinito, eterno y totalmente bueno, el Principio no permite que haya lugar para el mal, y el reconocimiento de la omnipotencia del Principio divino es la base para la curación.

Permíteme compartir un ejemplo. Cuando mi esposo y yo conseguimos un nuevo cachorro, no estábamos de acuerdo en cómo disciplinarlo. En ese momento, también cuidábamos de los dos perros de nuestro hijo durante la semana. Y, al parecer, nadie me estaba escuchando, ni los perros, y ciertamente ni mi esposo. Sentía que estaban socavando mi autoridad.  

Una noche, mientras caminábamos con los tres perros, yo llevaba uno y mi esposo estaba a cargo de los otros dos. De repente, el perro que yo llevaba salió disparando y volé y caí con fuerza sobre mi cola y luego me golpeé la cabeza. Asustada y adolorida en todas partes, me volví a Dios en oración.  

Cuando entré en la casa, llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle ayuda. El temor y el palpitar en mi cabeza se detuvieron casi de inmediato después de hablar con ella, pero el dolor en la cola y el coxis continuaba. Era doloroso sentarse.  

Al mismo tiempo, estaba luchando con la idea de que el nuevo cachorro necesitaba disciplina, y yo debía entrenarlo porque mi esposo no parecía estar dispuesto a hacer su parte. Pensando en que la disciplina era algo que necesitaba imponerse, trataba de controlar la situación a través de la voluntad humana.  

Al estar atrapada en la falsa creencia de que cada uno de nosotros tiene una mente propia, separada de Dios, mis oraciones parecían no tener inspiración y estar centradas en mí. Pero entonces recordé el hecho fundamental de que Dios, el Principio perfecto, es el único poder. A pesar de las apariencias, la verdad espiritual es que cada una de las criaturas de Dios está gobernada por la sabiduría y el amor que cada uno de nosotros expresa por ser una idea de Dios. Al comprender esto, el dolor desapareció y la curación física fue completa.

Durante los días siguientes, pensé mucho en la pregunta de qué tiene autoridad real. En esta situación, parecía como si un perro desbocado hubiera tomado el control de las cosas, y mi cuerpo estaba restringido por las lesiones y el dolor. Pero sabía que, desde una perspectiva espiritual, la creación de Dios siempre está operando de acuerdo con las leyes divinas de la armonía. Y puesto que la disciplina se basa en el Principio, nada puede socavarla.  

Reconocer que los perros, mi esposo y yo solo podíamos actuar bajo la autoridad de Dios corrigió mi errado sentido de autoridad personal. Tuve la certeza de que cada uno de nosotros podía escuchar y obedecer la dirección amorosa de Dios. Una vez que quedó claro que no necesitaba imponer un sentido de orden mediante la voluntad humana, estuve preparada para escuchar humildemente los mensajes de paz, salud y armonía del Amor divino. Esto abrió el camino para que mi esposo y yo resolviéramos nuestras diferencias sobre el entrenamiento de nuestro cachorro.  

Una forma en que me gusta pensar acerca de la autoridad de Dios es saber que es, en verdad, la única voz que me habla. Esto me ayuda a silenciar pensamientos que no vienen de Dios, como las sugestiones de enfermedad o discordia. Y es útil al trabajar con otros saber que Dios es la única voz que también les habla a ellos.  

Los mensajes reconfortantes del Amor sobre la supremacía del bien están con todos nosotros para transformar el pensamiento y calmar la voluntad caprichosa. La primera estrofa de un himno favorito lo dice de esta manera:

Lo que eres Tú, Señor, no lo que soy,
sólo eso puede ser mi descansar;
temor y dudas vencerá Tu amor,
y a mi inquieto pecho calmará.

(Horatius Bonar, Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 195, trad. © CSBD)

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 2021

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.