Tenemos que tomar decisiones todos los días. Necesitamos tomar decisiones sobre nuestros horarios, nuestros pensamientos y nuestras acciones. Compañeros de trabajo, amigos, familiares y algunos medios de comunicación ofrecen libremente opiniones sobre cómo pensar y actuar. Pero ¿cómo encontramos nuestra manera de hacerlo?
Estoy descubriendo que hay una manera “más elevada”: una forma más segura, inspirada, alegre, humilde, saludable y valiente de pensar, trabajar y actuar. Viene de seguir solo a Dios. El libro de Isaías dice: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos —declara el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (55:8, 9, LBLA). Esforzarse por seguir este camino “más elevado” es una bendición para nosotros y para toda la humanidad. Y es para que nosotros lo pidamos, a través de la oración sincera y la demostración diligente del bien que es Dios.
Hace años se me acercó una amiga que se retiraba de nuestro ayuntamiento. Estaba desesperada porque consideraba que ninguna de las personas que se postulaban para el cargo tenían las calificaciones necesarias para satisfacer las necesidades de nuestra ciudad. Me preguntó si consideraría postularme. Después de mucha discusión y considerarlo en oración, acepté.
Leí, investigué y hablé con otros para educarme sobre los temas, los precedentes y las personas envueltas, pero pronto me sentí abrumado por todo lo que no sabía sobre este cargo público. Entonces, una luz se encendió en mi pensamiento, y comencé a valorar todo lo que sí sabía: que nuestro Padre-Madre Dios es infinito, y que nosotros, por ser Sus hijos, tenemos acceso ilimitado al bien ilimitable. Es posible que sólo veamos parte de este bien ahora, pero nuestra fuente eterna del bien es completa y constante en Su expresión de sabiduría.
Durante mi campaña, vi un prospecto de uno de los sindicatos de trabajadores locales que habían puesto en la ventana de un comercio del centro de la ciudad. Decía que yo no pensaba en el mejor interés de los trabajadores de la ciudad y que no debía ser electo. Esto era alarmante, ya que nadie me había hablado de sus preocupaciones u objeciones.
Decidí recurrir a esas formas más elevadas de pensar y seguir la guía de Dios. Me acordé de Filipenses 4:5-7 (LBLA), que dice: “Vuestra bondad sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús”.
Nunca estamos gobernados por muchas mentes y poderes gobernantes, sino por la Mente infinita única, Dios.
La “paz de Dios” se manifestó en esta situación como una alabanza. Ya no me encontré orando por respuestas o una dirección específica, sino ofreciendo oraciones de alabanza y gratitud de que el Cristo, la Verdad —que Jesús expresó y todavía está con nosotros hoy— siempre tiene el control al guardar y guiar cada uno de nuestros pensamientos y acciones. La presión que se había estado formando en mi pensamiento desapareció, y me embargó la certeza de que el camino de Dios es completamente bueno y que mi deber es seguir Su guía. Independientemente del desenlace de esta oportunidad en particular, el resultado sería una bendición para todos. Seguí adelante y fui electo.
Las negociaciones del contrato de la ciudad llegaron poco después de las elecciones, y descubrí que tres de nuestros cinco sindicatos habían estado trabajando sin contrato durante años. Después de semanas de conversaciones infructuosas entre los sindicatos y nuestro abogado de la ciudad, pedí permiso a mis colegas concejales para participar en las negociaciones, algo sin precedentes. Esta fue otra oportunidad para escuchar a Dios y seguir Su camino. Decidí no escuchar el parloteo de la opinión personal, ni deprimirme por los precedentes pasados, ni deleitarme con la dominación de un partido sobre el otro. En cambio, podía confiar en la Mente infinita única, Dios, y sentí una gran paz antes de hacer esta sugerencia. Poco después de unirme a las negociaciones, me sentí guiado a proponer que invitáramos a un mediador federal a visitar nuestra ciudad y realizar un taller sobre las negociaciones, y la propuesta fue aprobada.
Aunque polémico a veces, el taller fue productivo, y semanas más tarde pudimos presentar al ayuntamiento un plan salarial equitativo con el acuerdo unánime de la ciudad y sus empleados. Este plan está en vigor hasta el día de hoy.
En tiempos difíciles hay ayuda cuando comprendemos que no estamos solos al tratar de determinar cuál es el curso de acción más sabio. Nunca estamos gobernados por muchas mentes y poderes gobernantes, sino por la Mente infinita única, Dios, supremamente inteligente, imparcial y por siempre activa. En esta Mente hallamos sabiduría y nos liberamos de la confusión. Encontramos paz en lugar de ansiedad, así como claridad, cordura y madurez. E incluso en lo que parecen ser horas muy sombrías, podemos regocijarnos, y experimentar y expresar gratitud.
“El Señor está cerca”. Dios nunca te abandonará. Dios tiene el control.
