Tenemos que tomar decisiones todos los días. Necesitamos tomar decisiones sobre nuestros horarios, nuestros pensamientos y nuestras acciones. Compañeros de trabajo, amigos, familiares y algunos medios de comunicación ofrecen libremente opiniones sobre cómo pensar y actuar. Pero ¿cómo encontramos nuestra manera de hacerlo?
Estoy descubriendo que hay una manera “más elevada”: una forma más segura, inspirada, alegre, humilde, saludable y valiente de pensar, trabajar y actuar. Viene de seguir solo a Dios. El libro de Isaías dice: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos —declara el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (55:8, 9, LBLA). Esforzarse por seguir este camino “más elevado” es una bendición para nosotros y para toda la humanidad. Y es para que nosotros lo pidamos, a través de la oración sincera y la demostración diligente del bien que es Dios.
Hace años se me acercó una amiga que se retiraba de nuestro ayuntamiento. Estaba desesperada porque consideraba que ninguna de las personas que se postulaban para el cargo tenían las calificaciones necesarias para satisfacer las necesidades de nuestra ciudad. Me preguntó si consideraría postularme. Después de mucha discusión y considerarlo en oración, acepté.
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