En noviembre de 2019, de repente sentí una serie de síntomas agresivos similares a los de la gripe como nunca antes había experimentado. Debí luchar para no sentirme abrumada por la gravedad del problema. Intuitivamente, recurrí a Dios, mi Padre-Madre. A lo largo de los años, he desarrollado una unión maravillosa de amor y confianza con Dios, la cual ha resultado en curaciones de todo tipo. Así que, ahí recurro en busca de ayuda en cualquier momento y bajo toda circunstancia.
En este caso, cuando me volví a Dios en busca de dirección sobre qué creencia errónea específica debía refutar en oración, la palabra ocultismo me vino a la mente. La creencia en el mal como el ocultismo sutil, tenebroso y oculto incluye toda magia, el llamado conocimiento secreto, los poderes sobrenaturales y cosas por el estilo. Sabía que la Ciencia divina revela con autoridad que toda influencia maligna (el significado de la palabra italiana influenza, de la que se deriva la palabra "flu" [gripe en inglés]) es de origen mental, y que debe y puede ser destruida mentalmente a través de la ley divina, de la oración espiritualmente científica.
Mary Baker Eddy escribe: “La Ciencia Cristiana va hasta el fondo de la acción mental, y revela la teodicea que indica lo correcto de toda acción divina, como la emanación de la Mente divina, y el consiguiente error de la así llamada acción opuesta: el mal, el ocultismo, la nigromancia, el mesmerismo, el magnetismo animal, el hipnotismo” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 104).
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