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Original Web

Se libera de repentina enfermedad en la iglesia

Del número de octubre de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 7 de junio de 2021 como original para la Web.


 Un domingo, en marzo de 2020, mientras me preparaba para llevar a cabo nuestro servicio religioso como Primera Lectora, de repente me sentí abrumada por un dolor de cabeza y náuseas. Desesperada, Le pedí a Dios que me mostrara lo que Él comprendía que ya era cierto acerca de mí. Afirmé que yo era Su hija amada y espiritual y, por lo tanto, estaba libre de cualquier incomodidad o dolor. Cuando inicié el servicio religioso con el primer himno, me regocijé al leer en voz alta esta parte de la segunda estrofa:

Tus ángeles me sostendrán
jamás tendré temor,
pues Tú conmigo siempre estás,
y Tú me brindas paz.

(Violet Hay, Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 136, © CSBD)

Cuando comenzamos la Lectura Alternada, sentí que se producía un cambio en mi pensamiento mientras la congregación leía de Isaías que Dios es la única presencia y poder y que nada podía desafiar el poder divino. Me di cuenta de que tal vez en mi pensamiento había atribuido poder a los informes sobre la propagación del coronavirus. Tal aceptación inapropiada de una creencia en un poder opuesto al bien interferiría en mi verdadera comprensión de Dios como Todo-en-todo. 

Necesitaba saber lo que Dios declaró acerca de Su creación. Me di cuenta de que la totalidad y la bondad de Dios no dejaban lugar para que se propagara un virus a mí, a la congregación o a cualquier otra persona, en ningún lugar. Reconociendo esto, durante el servicio oré, escuché y leí continuamente. Al cantar el último himno, uno de mis favoritos (Nº 342 del Himnario), quise regocijarme en voz alta porque Dios había respondido a mi llamado y merecía la máxima alabanza. ¡Estaba completamente libre!

En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy explica que, puesto que Dios nos creó a semejanza de Sí mismo, el Espíritu divino, estamos completamente exentos de las discordancias de los sentidos materiales, lo que ella llamó “mente mortal” y sus falsas sugestiones de susceptibilidad a las condiciones y limitaciones materiales. Ella escribe: “En la proporción en que la materia pierde para el sentido humano toda entidad como hombre, en esa proporción el hombre se vuelve su amo. Él entra en un sentido más divino de los hechos, y comprende la teología de Jesús como fue demostrada al sanar a los enfermos, resucitar a los muertos y andar sobre las olas” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 369).

Esta curación fortaleció mi compromiso como sanadora cristiana de ver el mundo como Dios, el Espíritu, lo creó. Él declaró que Su obra era buena, y esa declaración se manifiesta cada vez que nos liberamos de la enfermedad al apoyarnos en esta base espiritual. La curación espiritual es el camino.

Kacy Valentine
Ellicott City, Maryland, EE.UU.

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