Durante muchos años viví con un tumor en la espalda que, aunque no me incomodaba, me causaba vergüenza cuando vestía ropa de verano. Oré, pero admito que no fui muy diligente en mis intentos de sanarlo. Entonces, hace dos años, me apareció otro tumor en el pecho. Como creció rápidamente y era muy doloroso, no podía ignorarlo, y sabía que necesitaba afrontarlo de inmediato.
Mi madre era Científica Cristiana y se apoyaba completamente en la oración para sanar. Cuando llegué a la edad adulta, elegí el mismo método de curación espiritual, ya que encontré que era eficaz y no invasivo, y tenía como efectos secundarios positivos el crecimiento espiritual.
Con gran expectativa, comencé a orar por mí misma diariamente y le pedí a una practicista de la Ciencia Cristiana que me ayudara. Pero, al ver que pasaban los meses y la condición empeoraba, me desanimé.
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