Si prestamos atención al mundo de la política, ¿qué vemos? Vemos división: elecciones disputadas, furiosos electores asaltando el Congreso y violencia. Es cierto, la división es algo difícil de abordar. No se puede legislar en su contra. No se le puede declarar la guerra. No se puede proscribir. Entonces, ¿cómo salimos de esta espiral en la que nos encontramos?
Si bien no hay una norma que podamos aprobar, ninguna plataforma política que pueda hacer algo —y pareciera que las cosas van de mal en peor— todavía hay esperanza. Porque el hecho de que no haya una solución debería alertarnos sobre aquello en que realmente necesitamos enfocarnos.
Si ponemos nuestra fe en los procesos materiales, tales como las políticas y la legislación, vamos a sentirnos decepcionados. La respuesta está por cierto en nuestros corazones, y es puramente espiritual. Entonces, ¿cómo podemos ver la división a través de una lente espiritual?
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