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Original Web

El amor de Dios trasciende las fronteras

Del número de noviembre de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 11 de julio de 2022 como original para la Web.


Millones de personas han huido de sus hogares en Ucrania, y yo, como tantos otros, he estado orando fervientemente.

He estado recurriendo a la Biblia, que tiene muchas historias sobre personas que huyeron. José y María huyeron con el niño Jesús cuando temieron por su vida; Moisés huyó para esconderse después de matar a un tratante de esclavos; Jacob huyó cuando le robó la primogenitura a su hermano; otros huyeron de las sequías y el hambre o fueron expulsados por las guerras. 

Ya sea por razones políticas, ambientales, de seguridad o religiosas —o incluso si es simplemente en busca de una vida mejor— la pérdida del hogar puede ser frustrante y aterradora, y cuando dicho desplazamiento ocurre a gran escala, puede presentar factores desestabilizadores, produciendo grandes cambios en las naciones a nivel mundial. 

Teniendo en cuenta todo esto, descubrí que necesitaba orar primero para liberarme de cualquier renuencia antinatural a profundizar un tema tan multifacético y preocupante en el mundo. El Salmo 91 asegura a todos los que buscan seguridad “porque has puesto al Señor, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación. No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada. Pues Él dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos” (versículos 9-11, LBLA).

Dios es nuestro hogar y refugio. Comenzar con Dios nos asegura que la seguridad está justo en medio de lo que podría parecer un caos. Una consciencia asentada e inspirada por Dios es un fundamento tranquilo, claro y seguro desde el cual percibir respuestas para nosotros mismos o para los demás. Mantenerse en la convicción de que Dios, el Amor divino, es la verdadera morada de todos, nos permite dar los pasos necesarios con gracia y aplomo.

He encontrado una ayuda maravillosa al explorar en oración los siete sinónimos de Dios que da Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “El Principio, la Vida, la Verdad, el Amor, el Alma, el Espíritu, la Mente, divinos” (pág. 115). Considerar mentalmente que el hogar consiste en estar consciente de la presencia del Amor divino, disminuye el miedo y la devastadora impresión de que lo que era nuestro hogar ya no es viable. Cuando definimos a Dios como nuestro hogar, nunca podemos sorprendernos y creer que todo está perdido, para alguien. En cambio, permanecemos en casa en la consciencia de Dios, el bien, como nuestra guía omnipresente y vemos que el Amor divino es el hogar para todos. 

El Amor tiene el poder de eliminar el temor y revelar ideas más elevadas.

Tengo un pequeño ejemplo que ha animado mis oraciones. Después de graduarme de la universidad, me ofrecí como voluntaria en una organización gubernamental de los Estados Unidos enfocada en ayudar a combatir la pobreza en todo el país. Me asignaron a una ciudad con miles de inmigrantes, para ayudarlos a mejorar sus habilidades lingüísticas y de lectura. Apoyé este esfuerzo con la oración comprendiendo que Dios, el Amor infinito, era la base de nuestro trabajo. 

Creamos un centro de tutoría, pero al principio no vino nadie. La actividad aumentó cuando no nos enfocamos en un sentido de enorme carencia, y apreciamos, en cambio, la cultura de los inmigrantes y lo que tenían. Habíamos visto tanto amor expresado en calidez y cuidado familiar que era fácil ver que el Amor era su verdadero hogar.

Me recordó el relato bíblico de Eliseo y la viuda que no podía pagar su deuda (véase 2 Reyes 4:1-7). Eliseo le preguntó: “Declárame qué tienes en casa”. En otras palabras, qué tenía en lugar de qué le faltaba, y ella respondió que solo tenía una vasija de aceite. Este aceite representaba la constante y abundante provisión y cuidado de Dios, del Amor divino, por ella. Cuando la mujer siguió las instrucciones de Eliseo de pedir prestados muchos recipientes vacíos y verter el aceite en ellos, descubrió que después de que todos se llenaron, todavía quedaba mucho aceite. Ella vendió el aceite y con las ganancias pagó a los acreedores, lo que finalmente salvó a sus hijos de convertirse en sirvientes contratados.

Vivir con una familia inmigrante durante unas semanas mientras estuve allí, me hizo ver especialmente el Amor divino expresado como hogar. Cada mañana comenzaba alrededor de la gran mesa del comedor de mi familia anfitriona. Había platos de tortillas recién hechas humeantes bajo paños de cocina, un tazón lleno de huevos revueltos, una variedad de salsas y un sentido general de amor de parte de la radiante madre de la familia mientras comíamos con abundancia. 

Cuando crecía, el desayuno generalmente consistía en tomar una tostada antes de salir corriendo por la puerta, y las celebraciones del desayuno y el calor de mi familia anfitriona me mostraron que el Amor divino estaba en casa allí mismo. Su sentido de inclusión y generosidad era el pan de cada día del que se hablaba en el Padre Nuestro, “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:11). Esta perspectiva suavizó y amplió mi propia perspectiva. No se me pasó por alto que yo era la forastera en su casa. Y no parecía haber ningún sentido de limitación de recursos en esta familia amorosa.

En la Verdad, no hay pérdida de hogar cuando habitamos en el Amor divino como nuestro hogar fundamental. De hecho, cada uno de nosotros es “el huésped de Dios”, como escribió la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “Peregrino en la tierra, tu morada es el cielo; extranjero, eres el huésped de Dios” (pág. 254). El Amor divino no tiene fronteras ni lenguaje humano, sino que alimenta la voluntad de ayudarnos mutuamente.

El amor espiritual expresado en nuestras oraciones seguirá multiplicándose, como el aceite de la viuda en la historia de la Biblia. Aquellos que viven en la morada del Amor divino pueden confiar en él. Aunque es posible que no todos podamos acoger a aquellos que han dejado su patria por cualquier razón, podemos preparar mentalmente un lugar para ellos en los brazos del Amor. 

Es esa misma confianza en el Amor divino la que resolvió los argumentos y los problemas dolorosos relacionados con el desplazamiento a gran escala y la inmigración en la comunidad en la que trabajé. Las facciones que recurren a la agitación y la guerra en lugar de al Amor divino, Dios, no pueden ganar. Vivir en la morada mental del Amor divino proporciona seguridad contra la lucha, el crimen y la enfermedad. El Amor tiene el poder de eliminar el temor y revelar ideas más elevadas. 

Aunque las respuestas a la necesidad o el deseo de dejar un hogar querido no son fáciles, el Amor infinito y sus recursos nos guían y proporcionan una consciencia productiva desde la cual operar. El Amor divino es nuestro verdadero hogar, y no puede haber extranjeros ni fronteras en este Amor. A medida que permanecemos en Dios, las respuestas pueden venir de cualquier lado de un problema. Cuando vivimos aquí, ¿qué no se puede lograr?

Como dice el Himno 534 del Christian Science Hymnal: Hymns 430–603:

Las seguras provisiones de mi Dios
me atienden todos los días;
que Tu casa sea mi morada,
y todo mi trabajo una alabanza.
(Paráfrasis del Salmo 23, Sternhold and Watts, alt.)

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