Sumida en un proyecto, oré por paciencia, guía y compasión. Las cosas mejoraron un poco, pero cuando terminé estaba agotada. Unos meses después inicié un proyecto similar. Esta vez exclamé: “¡Qué divertido! ¡Me siento tan bendecida!”.
¿Qué fue lo que cambió?
Esta pregunta me hace pensar en cuando Cristo Jesús estaba caminando junto al Mar de Galilea, y vio a dos hermanos pescando. Él dijo: “Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19, LBLA). Simón y Andrés dejaron caer sus redes y lo siguieron. Jacobo y Juan, también hermanos, estaban reparando sus redes cuando Jesús los llamó. Ellos también dejaron sus redes y lo siguieron.
¡Cuán diferentes habrían sido las experiencias de estos discípulos si hubieran arrastrado sus pesadas redes a través de templos y maizales mientras seguían a Jesús!
Independientemente de lo que se nos exija hacer, Dios nos da la capacidad para desempeñar nuestra parte con gracia y alegría.
En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy escribe: “El Cristo expresa la naturaleza espiritual, eterna de Dios” (pág. 333).
Puesto que la naturaleza divina que Jesús encarnó es eterna, todavía debe estar presente hoy. Así que nosotros también podemos seguir activamente a Cristo. En realidad, podemos esforzarnos por ser como él.
Durante mi primer proyecto, pensé que estaba siguiendo a Cristo, pero no había abandonado mis “redes”. Estaba orando desde la base de un proyecto agotador, limitándome como un pequeño yo desgastado y extenuado. Hay algo incoherente en reunir verdades espirituales para que nos ayuden a tolerar las condiciones físicas. Lo mismo ocurre al expresar una cualidad como la paciencia como si fuera una especie de parche para un problema. El Espíritu, que es un nombre bíblico para Dios, no “repara” lo físico ni hace que la materia sea más agradable. El Espíritu disipa las limitaciones de la materia, porque no hay materia en el Espíritu infinito.
Las cosas son diferentes y mucho mejores cuando nuestro punto de partida es el Espíritu y nuestra atención sin reservas es seguir el ejemplo de Cristo, en lugar de reflexionar sobre el problema en cuestión. Podemos seguir a Cristo desde un sentido limitado y abrumado de vivir hacia el reconocimiento de la libertad espiritual, aquí y ahora. Eso es lo que experimenté durante el segundo proyecto.
Independientemente de lo que se nos exija hacer, Dios nos da la capacidad para desempeñar nuestra parte con gracia y alegría. Entonces, en nuestras oraciones, ¿nos estamos enfocando en las redes enmarañadas que necesitan reparación, o en el Espíritu? Dejemos caer esas redes y sigamos a Cristo.
