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Original Web

El lenguaje puro de la alegría

Del número de noviembre de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 26 de mayo de 2025 como original para la Web.


Cristo Jesús dijo a sus seguidores: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:11). La Ciencia Cristiana enseña que el gozo es una cualidad del Alma, Dios, y que el hombre —de quien la Biblia nos dice que es la imagen y semejanza de Dios— refleja plenamente esta cualidad. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, nos da la base para que expresemos la plenitud del gozo cuando escribe: “El gozo sin pecado —la perfecta armonía e inmortalidad de la Vida, que posee belleza y bondad divinas ilimitadas sin un solo placer o dolor corporal— constituye el único hombre verdadero e indestructible, cuyo ser es espiritual” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 76). 

Siempre he sido estudiante de la Ciencia Cristiana, y estoy muy agradecido por las bendiciones que han venido de mi estudio y práctica de la misma. Sin embargo, hubo una época en mi vida en la que la alegría me parecía un idioma extranjero. Un día, me di cuenta de que no me costaba mucho expresar cualidades tan divinas como libertad y honradez. Estaba seguro, por ejemplo, de que nunca haría nada deshonesto, y me di cuenta de que debía estar igualmente seguro de mi capacidad para mantener una actitud alegre. Debería ser capaz de expresar la alegría del Alma con la misma consistencia con la que expreso la honestidad de la Verdad divina.  

La inspiración que había obtenido de los pasajes citados anteriormente me llevó a buscar oportunidades para entender y expresar el gozo que Dios me ha dado: el gozo que naturalmente reflejo por ser la imagen de Dios.  

Lo primero que descubrí fue que estaba más consciente y agradecido por la alegría y otras cualidades espirituales que expresan los niños. Jesús amaba a los niños pequeños, asociándolos con el reino de los cielos (véase Mateo 19:14), y la Sra. Eddy también amaba y atesoraba a los niños. Uno de sus primeros alumnos recuerda que ella dijo “... lo más hermoso es un niño pequeño” (We Knew Mary Baker Eddy, Expanded Edition, Vol. 1, p. 173).  

Pronto comencé a encontrar oportunidades para saludar a los niños pequeños con un breve gesto y una sonrisa. Siempre me conmueve mucho cuando responden con una maravillosa mirada de inocente curiosidad y luego siguen con su propio saludo y una hermosa y alegre sonrisa. A lo largo de los años, he enseñado a muchos niños tanto en la escuela secundaria como en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, sin embargo, ahora niños muy pequeños me enseñan el lenguaje puro de la alegría. A través de esto, la expresión de alegría se está volviendo cada vez menos un idioma extranjero para mí.

Se presentaron otras oportunidades cuando comencé a buscar más ocasiones para expresar esa alegría. Al haber crecido como un niño estadounidense en Colombia, un país latinoamericano, había adquirido un afecto y afinidad especial por las culturas y los pueblos hispanos. En mi carrera docente en las escuelas públicas de los Estados Unidos, disfruté mucho hablar con estudiantes latinos en español.

Aunque ahora estoy jubilado, cuando voy a la ciudad, continúo saludando a las personas que hablan español en su lengua materna, y eso con regularidad resulta en una charla maravillosa. También me gusta mostrarles un mensaje en una de mis sudaderas. Dice: “God is Love” en el anverso y “Dios es Amor” en el reverso.  A aquellos con los que he hablado siempre les ha encantado eso, y a mí me encanta compartir con ellos este mensaje de amor universal. Mis experiencias sociales se están volviendo cada vez más naturales y significativas a medida que continúo expresando el lenguaje puro de la alegría con cada vez menos “acento extranjero”.

A medida que crecemos en nuestra comprensión del verdadero gozo espiritual, naturalmente queremos compartir esta cualidad en el contexto más amplio de toda la humanidad y de los desafíos que enfrentamos. Problemas como la violencia armada, las guerras y la virulencia política pueden ser muy perturbadores. Podemos preguntarnos cómo es posible que estemos contentos cuando suceden estas cosas o si nuestra expresión de alegría es insensible a los sufrimientos de los demás. 

No obstante, una pregunta más útil y estimulante es: ¿Qué creemos que es verdad acerca de los hijos de Dios, el Espíritu, que es del todo bueno? Si creemos que son materiales, mortales y vulnerables al mal, ¿no estamos empeorando la situación al agregar nuestra aceptación de estas creencias a los problemas del mundo? Si realmente queremos ayudar a sanar los problemas de la humanidad, necesitamos ver a todos como Dios lo hace: como hijos del Alma: perfectos, inmortales y espirituales. Y podemos hacerlo con alegría.  

Adoptar este enfoque me ha dado una maravillosa sensación de dominio y libertad, de paz y poder. En lugar de desanimarme o deprimirme por los problemas de la humanidad, ahora contribuyo con alegría a su solución, sabiendo que, como proclama Ciencia y Salud, “... el mundo siente el efecto alterante de la verdad a través de todos los poros” (pág. 224). Como es con la verdad, así es con la alegría.  

Podemos estar muy agradecidos por las enseñanzas de la Ciencia Cristiana y por las formas en que traen curación en respuesta a nuestras oraciones. Estoy especialmente agradecido por las experiencias que tengo al aprender más y expresar el lenguaje del Alma. Ya no estoy triste. Mi sentido de la alegría se ha puesto al día con mi sentido de la honestidad. Cuanto más vivo este idioma, menos extraño me parece y más me encuentro expresándolo plena y claramente.

Cualesquiera que sean los idiomas que hablemos en nuestro mundo multilingüe, todos nosotros —los hijos de Dios— hablamos con total fluidez el lenguaje del Alma, que claramente todos comprendemos y no necesita traducción. Todos los niños de todas las edades y todos los pueblos de todas las naciones están incluidos en el lenguaje de la alegría espiritual, sin acento ni nada extraño. Cuanto más clara se vuelva esta verdad, más gozoso estará cada uno de nosotros al expresar todas las cualidades de Dios, librarnos a nosotros mismos y a los demás de la tristeza y ayudar a lograr la armonía y la unidad. 

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