Hace varios años, cuando fui al dentista para una limpieza regular, me dijeron que uno de mis dientes estaba flojo debido al deterioro del hueso y la recesión de las encías. El dentista dijo que tendría que extraer el diente.
Después, esto surgía cada vez que me limpiaban los dientes, pero siempre me negaba a que me sacaran el diente. Había escuchado y leído tantos testimonios sobre la curación de los problemas de los dientes a través de la oración que quería lidiar con esto de la manera que mejor sabía: a través de la Ciencia Cristiana.
Oré con verdades sobre Dios y el hombre de la Biblia y de los escritos de Mary Baker Eddy, incluyendo el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. “La declaración científica del ser” (pág. 468) fue de gran ayuda para elevar y espiritualizar mi pensamiento. Comienza: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, pues Dios es Todo-en-todo”.
Recordé una idea que escuché una vez: que nuestros dientes tienen la sustancia del Espíritu y están arraigados en la Verdad y coronados con el Amor. Tenía esto en mente cada vez que me cepillaba los dientes, y también pensaba en un pasaje de La unidad del bien de la Sra. Eddy: “El error dice que Dios debe conocer la muerte para poder extirparla de raíz; mas Dios dice: Yo soy la Vida siempre consciente y es así como Yo triunfo sobre la muerte; porque el estar siempre consciente de la Vida es no estar jamás consciente de la muerte. Yo soy Todo. El conocimiento de algo fuera de Mí mismo es imposible” (pág. 18). Razoné que debido a que Dios no sabe nada sobre la muerte o la decadencia, yo tampoco puedo. Todo en mí, incluyendo este diente y su raíz, es mantenido continuamente por Dios y no puede deteriorarse ni morir.
Continué orando con estas ideas hasta una limpieza dental el año pasado, donde el dentista prestó especial atención al diente que había sido un problema. Le pidió a su asistente que le sacara una radiografía. Luego regresó y me dijo: “Tu diente está completamente seguro. No hay descomposición y no es necesario extraerlo”.
Estoy muy agradecida por este resultado porque la situación inicialmente me había parecido muy real. Atesoro la curación como una gran lección para orar con paciencia y persistencia. He aprendido a no rendirme jamás y a manejar el temor, que es la base de la enfermedad. Como enseña la Biblia: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor. … el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1.° Juan 4:18).
Kathy Atkachunas
Rutherford, Nueva Jersey, EE. UU.
