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Lo que me vino ese día fue reflexionar profundamente si realmente creía y entendía la vida de Jesús, sus palabras y obras.
Oré para ver al mundo entero envuelto en el amor de Dios. Junto con millones de otros viajeros ese día, continuamos con nuestro viaje y nos llevaron a casa sanos y salvos.
A medida que la multitud se volvía más beligerante, recordé mis oraciones anteriores y me di cuenta de que estos chicos también eran hijos de Dios.
A través de la instrucción de clase, aprendí a ir más allá de ser una buena persona a vivir más de acuerdo con el Amor y comprender que la Vida es divina y eterna.
Parece que tenemos una gran necesidad de respeto, paciencia, consideración por los demás; lo que podría considerarse gracia.
Todas las acciones provienen de los pensamientos. La oración, con su impacto directo en la consciencia, la cambia a puntos de vista más elevados y espirituales.
La Ciencia Cristiana proporciona una base espiritual sólida para la inclusión: la verdadera naturaleza de Dios.
Un momento de búsqueda tan humilde y espiritual —incluso en una cabina electoral— puede elevar el pensamiento y purificar nuestros deseos.
A medida que continuaba “de portero” con mis pensamientos, comencé a sentirme mucho más feliz. Era como si me hubieran sumergido en el amor y la alegría, sentimientos que sabía que eran de Dios.
Pensé en cuánto me gusta cantar himnos en la Escuela Dominical y que siempre me ha parecido más como glorificar a Dios que actuar.