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Poco a poco superé la decepción de mi experiencia previa con la religión.

Tu “canasta de hermosos duraznos” puede ser algo que le das a otra persona o un tiempo que compartes con alguien que lo necesita. Puede ser expresar amabilidad a alguien que ha sido grosero contigo.

Se me ocurrió que necesitaba más inspiración para superar la creencia de que esta condición duraría indefinidamente.

Dios —nuestro Padre divino y la fuente de todo amor— nos cuida tiernamente porque somos Sus hijos, pase lo que pase.

Lo que sucede en tu vida como resultado de tu oración y tu receptividad al bien está gobernado por Dios, el Principio perfecto de toda bondad.

A medida que tuve más curaciones, mi confianza en la Ciencia Cristiana fue en aumento, e incluso influyó en mi manera de pensar sobre las relaciones.

Estoy muy agradecido por la demostración de que la edad no es un factor en la curación.

Este ser querido tenía un propósito santo, y como hijo de Dios, tenía capacidades infinitas para hacer el bien y glorificar a su Padre-Madre Dios. Nada podía impedir el cumplimiento de ese propósito divino.

Comencé a ver la naturaleza espiritual y presente perfección de mi hija más claramente. Continué orando para obtener conceptos más claros de su identidad espiritual como imagen y semejanza de Dios.   

Aprendí a agradecer más por nuestra fe tan natural en el bien, que es patrimonio espiritual de cada uno.