Hace varios años, poco después del Día de Acción de Gracias, de repente, comencé a lidiar con síntomas de vértigo que continuaban día tras día. Tenía que quedarme perfectamente quieta o todo giraba a mi alrededor. Como Directora General, tenía mucha tarea y sentía que esto era muy perjudicial para mi trabajo.
Yo oraba, y también pedí el apoyo mediante la oración a varios practicistas de la Ciencia Cristiana en diferentes momentos. Esperaba una curación rápida, pero no llegaba. Oraba desde todos los ángulos que se me ocurrían, lo que probablemente era parte del problema. Estaba mesmerizada por la situación, y pensaba que tenía que arreglar algo, en lugar de dejar que la perfección del ser de Dios y la forma en que se expresa en mí se revelara y aceptara en mi consciencia.
Durante estas fiestas, asistí a una conferencia de la Ciencia Cristiana sobre el significado del Cristo. Soy Científica Cristiana de toda la vida, pero ¿realmente comprendía con exactitud qué es el Cristo? Recurrí a la Biblia y al libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, y pasé un tiempo leyendo todo lo que ella había escrito sobre el Cristo y la demostración de nuestra identidad espiritual semejante a la del Cristo. Un pasaje útil de Ciencia y Salud afirma que Jesús “había de comprobar que el Cristo no está sujeto a condiciones materiales, sino que está por encima del alcance de la ira humana y puede, mediante la Verdad, la Vida y el Amor, triunfar sobre el pecado, la enfermedad, la muerte y la tumba” (pág. 49).
Como los síntomas persistían, permanecía mentalmente de rodillas semana tras semana, preguntándole a Dios qué necesitaba ver y comprender. Finalmente, llamé a otra practicista la semana antes de Navidad y le pedí que orara conmigo. Estaba muy agradecida por su apoyo y su convicción de que esta creencia sería sanada.
Luego, en Nochebuena, tuve un gran avance. Un mensaje angelical de Dios me recordó algo que había leído y que se puede encontrar en una reminiscencia de Abigail Dyer Thompson, una alumna de la Sra. Eddy. Thompson relata que la Sra. Eddy le recomendó que llevara un registro de sus curaciones, y recordó que ella dijo: “con toda sinceridad, … Querida, debería llevar fielmente un registro exacto de sus demostraciones, porque nunca sabe cuándo pueden resultar de valor para la Causa. … Lamento decir que, debido a lo agitado de la vida, es fácil olvidar hasta las experiencias importantes, y siento mucho que esto sea verdad respecto a una gran parte de mi mejor obra sanadora” (Conocimos a Mary Baker Eddy, pág. 37).
Inspirada por esta idea, saqué mi computadora, abrí una hoja de cálculo y comencé a escribir todas las curaciones que recordé desde que era niña, y dejé constancia de las innumerables curaciones que he experimentado durante mi vida.
Lo emocionante fue que pude recordar las verdades específicas que cambiaron mi forma de pensar y resultaron en una curación para cada dificultad o problema que escribí. Estaba tan absorta en recordar y escribir décadas de curaciones que revelaban mi verdadera naturaleza otorgada por Dios, que, para cuando dejé de trabajar por la noche, los preocupantes síntomas habían desaparecido por completo. ¡La mentira del vértigo no podía existir dentro de una consciencia completamente enfocada en mi verdadera identidad espiritual! El problema simplemente se desvaneció en su “nada nativa” (véase Ciencia y Salud, pág. 91).
Me fui a la cama en la víspera de Navidad completamente libre y me desperté el día de Navidad celebrando la presencia del Cristo ahora y para siempre. Y el inconveniente no ha vuelto a presentarse. Estoy increíblemente agradecida a Mary Baker Eddy por su persistencia desinteresada e inquebrantable en traer al mundo la revelación de la Ciencia Cristiana, la cual deja en claro al Cristo eterno, la Verdad, que Jesús ejemplificó.
Traci Fenton
Palm Beach Gardens, Florida, EE.UU.
