Mucho antes de que Jesús naciera, varios profetas del Antiguo Testamento predijeron su nacimiento. Pero el profeta Isaías también habló de su propósito divino como el Salvador de la humanidad. Dios les da un propósito a todos Sus hijos. Le dijo a Jeremías: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (1:5). Dios nos conoce íntimamente y tiene un propósito específico para cada uno de nosotros.
La Ciencia Cristiana enseña que hay algo que aprender de cada aspecto de la vida y del ejemplo de Jesús. Estas lecciones tienen relevancia y aplicación práctica para nosotros hoy.
El nacimiento virginal: Al referirse a esto en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, la autora, Mary Baker Eddy declara: “Viene el tiempo en que el origen espiritual del hombre, la Ciencia divina que trajo a Jesús ante la presencia humana, será comprendido y demostrado” (pág. 325). El nacimiento virginal es exclusivo de Jesús, pero demostró que los hijos de Dios no nacen de la carne, sino del Espíritu. La Ciencia Cristiana enseña que todos nosotros somos hijos de Dios. Por lo tanto, no somos ni materiales ni una mezcla de lo material y lo espiritual, sino totalmente espirituales. Obtener una mejor comprensión de nuestra relación con nuestro Padre perfecto y divino tiene un efecto práctico: sana.
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