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Al decidir confiar en Dios para obtener consuelo, paz y seguridad, no podemos experimentar su pérdida, como tampoco podemos nosotros o nuestros seres queridos separarnos del amor y la libertad de Dios que todo lo envuelve.

La autora comprendió que, como idea de Dios, ella expresaba la única Mente real que le daba dominio sobre cualquier sugestión indeseable y malsana, y llenaba su consciencia de salud y paz.

Las oraciones del autor lo llevaron a sentirse más seguro cuando se enfrentó a un examen nacional. Se vio a sí mismo y a los demás completamente preparados con todo lo que necesitaban, especialmente porque sabía que todos los participantes expresaban las cualidades de Dios.

En medio de una situación angustiosa, las oraciones de la autora la llevaron a permanecer en calma para poder escuchar la voz de Dios. El mensaje angelical le dijo: “No tengas temor y agradece”. Se dio cuenta de que su lista de gratitud era larga y esta comprensión trajo una solución a la situación.

Lo verdadero no es lo que los sentidos materiales nos muestran —enfermedad, inestabilidad, pobreza, desastres naturales, etc.— sino lo que es bueno y permanente, lo que Dios nos da constantemente.

Al enfrentar un desafío físico, la autora decidió expresar más amor a semejanza del Cristo, compasión y paciencia hacia la familia y los miembros de la iglesia. A medida que su comprensión espiritual creció, percibió un sentido más fuerte de amor y paz, acompañado de un hermoso sentimiento de gratitud.

Al hacer de la oración una prioridad en su lista de tareas pendientes, la autora sintió que su pensamiento permanecía en Dios durante todo el día, y esto la hizo ser testigo de la manifestación de la bondad de Dios, el que incluía los pensamientos y acciones correctos para cualquier situación que se presentara.

Cuando se lesionó jugando baloncesto, a través de la oración Hope se dio cuenta de que la alegría que sentía al jugar es una cualidad espiritual que viene de Dios, por lo que jamás puede perderla. El resultado fue una curación rápida. 

Orando con gratitud y persistiendo en hacer un esfuerzo ferviente para reconocer la presencia afectuosa de Dios al enfrentar un desafío físico, la autora elevó su pensamiento por encima de la aparente realidad del dolor, y encontró libertad y curación.

Nadie ni nada puede revertir la ley del bien de Dios ni revocarla, destruirla, anularla o aniquilarla.