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Original Web

La unidad y estabilidad de la familia fue restaurada

Del número de noviembre de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 6 de marzo de 2024 como original para la Web.


“Cada desafío a nuestra fe en Dios nos hace más fuertes. Cuanto más difícil parezca la circunstancia material a ser vencida por el Espíritu, tanto más fuerte debiera ser nuestra fe y tanto más puro nuestro amor” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 410). Hubo un momento en que enfrenté la situación más difícil que jamás haya enfrentado, y supe que solo si me fortalecía mucho más en la fe y encontraba un sentido más puro del amor podría superar el dolor y la conmoción de todo esto. 

Hace unos 34 años, mi esposo y yo estábamos de vacaciones con nuestra hija a varias horas de nuestra casa. Poco después de llegar a una playa, mi esposo anunció que se iba a nadar y desapareció sin dejar rastro alguno. Cuando no regresó después de una hora más o menos, me asusté mucho y avisé a los socorristas, la policía y la guardia costera. Pero nadie pudo encontrarlo. 

Cuando se hizo evidente que mi esposo había desaparecido, mi pensamiento se dirigió inmediatamente a esta estrofa de un poema de la Sra. Eddy que conocía y amaba, titulado “Cristo mi refugio”:

Me asienta firme la Verdad
   en roca fiel,
se estrella el bronco vendaval
   en su poder.
(Escritos Misceláneos, pág. 397)

La idea de que tanto mi esposo como yo estuviéramos asentados (engrounded en su original en inglés) en la roca me dio una sensación de seguridad y consuelo. Más tarde busqué la palabra engrounded y descubrí que no parece estar en ningún diccionario, ni siquiera en el American Dictionary of the English Language de Noah Webster de 1828, en uso durante el período de tiempo en que se escribió el poema. Pero ese diccionario define ground como “fijar firmemente”. El prefijo en- en inglés significa “poner en o sobre” (merriam-webster.com). Por lo tanto, la palabra engrounds da la idea de mucho más que estar fijado en algo sólido e inamovible. Promete que estamos siendo sostenidos de manera segura allí y que no podemos ser arrastrados por el viento, las olas o ninguna experiencia inquietante. 

En los días y meses que siguieron a la desaparición de mi esposo, sentí que era sostenida con firmeza en la roca de Cristo, la Verdad, y ni el temor ni la duda ni el desaliento podían sacudirme de ella. Recurrí a este poema una y otra vez.

Tenía la fuerte sensación de que mi esposo aún podría estar vivo, pero no tenía explicación para lo que había sucedido. En los meses anteriores, había tenido algunas dificultades empresariales, pero me pareció reconfortante saber que no necesitaba inventar posibles situaciones o intentar hacer mi propia investigación de los hechos. Podía confiar en que la Verdad divina me revelaría a mí, y a todos los involucrados, lo que necesitábamos saber. A menudo reflexionaba sobre la siguiente declaración en Ciencia y Salud: “Deja que la Verdad descubra y destruya el error a la propia manera de Dios, y deja que la justicia humana imite la divina” (pág. 542). 

Estaré eternamente agradecida por los practicistas de la Ciencia Cristiana que estuvieron orando por mí en diferentes momentos y permanecieron conmigo en la roca durante esta prueba; y por otros que intervinieron para ayudar en todo lo que pudieron. Nuestra hija acababa de graduarse de la universidad y vivía en casa, lo cual era un gran consuelo, y nuestro hijo, que trabajaba en otro estado, venía a casa cuando lo necesitaba.

A través de la oración estaba adquiriendo más fortaleza y valor cada día, y después de unos meses pude regresar a mi puesto como Primera Lectora en mi iglesia filial. Descubrí que el estudio espiritual y la devoción del pensamiento que exigía eran un fuerte apoyo. Comencé a sentir paz y la certeza de que Dios cuidaba a toda mi familia. 

Entonces, un día, once meses después de la desaparición de mi esposo, de repente regresó a casa. Decir que los chicos y yo estábamos muy contentos no es suficiente para describir cómo nos sentíamos. Dios nos había estado sosteniendo a todos a través de los muchos meses de separación, y mi esposo fue recibido de nuevo con los brazos abiertos, al igual que el hijo pródigo de la parábola de Jesús fue recibido por su padre, quien lo vio desde la distancia y corrió a su encuentro (véase Lucas 15:11-32). A pesar de la larga ausencia del hijo y de su comportamiento imprudente en el extranjero, su padre solo tuvo compasión de él, “y se echó sobre su cuello, y le besó”, antes de decir: “Este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”. Y pidió una celebración. 

Mi esposo se sintió muy arrepentido y no pudo hablar sobre lo que había sucedido, así que no lo presionamos para obtener detalles. Durante su larga ausencia, mi amor y esperanza nunca flaquearon ni disminuyeron. Puede ser difícil entender cómo pude darle la bienvenida tan fácilmente, pero no tenía ninguna duda de que mi esposo me amaba a mí y a los chicos y sabía que nunca habría querido lastimarnos. 

Yo oraba a diario para poder perdonar como lo hizo Jesús. “No saben lo que hacen”, dijo refiriéndose a aquellos que lo habían traicionado y habían hecho lo que parecía imperdonable (véase Lucas 23:34). Después de que mi esposo regresó a casa, hubo algunos síntomas persistentes de angustia física y mental que sanaron por completo mediante el tratamiento de la Ciencia Cristiana en aproximadamente cinco años.

Si bien con el tiempo llegué a conocer algunos de los detalles que rodearon la desaparición de mi esposo, algunos siguen siendo desconocidos. Lo que sí sé es que estaba profundamente arrepentido, y siento que pasó el resto de sus días compensándonos a mí y a los niños con sus palabras y hechos. A medida que ambos continuamos poniendo nuestra fe y confianza en Dios, la Verdad y el Amor divinos, para que nos guiaran, fuimos llevados, paso a paso, a saber, dónde y cómo comenzar nuestras vidas de nuevo.

Estuvimos casados durante 57 años, hasta su fallecimiento hace varios años. Los últimos 31 años de nuestro matrimonio —los años que siguieron a su regreso— fueron muy armoniosos. Expresó todas las hermosas cualidades mencionadas en Gálatas 5, versículos 22 y 23: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”. Además, tenía un maravilloso sentido del humor. Todos los días encontraba la manera de hacerme sonreír o reír.

Estaré eternamente agradecida por la comprensión de que estamos asentados en la roca de Cristo, en el fundamento de la Verdad divina, de la cual no podemos ser sacudidos. Este asentamiento espiritual ha continuado manteniéndome estable en los últimos años, al tener que adaptarme a vivir por mi cuenta. He sentido el cuidado amoroso y el apoyo de Dios. Mi vida continúa siendo bendecida y enriquecida con dos hijos maravillosos y cinco hermosos nietos, y el amor y el apoyo de mi familia de iglesia. Verdaderamente, “mi copa está rebosando” (Salmo 23:5).

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