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Original Web

Elegir donde moran nuestros pensamientos

Del número de noviembre de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 17 de junio de 2024 como original para la Web.


La oración, junto con el estudio de las Escrituras y el libro de Mary Baker Eddy Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, ha ayudado a innumerables personas a sentirse más cerca de Dios y a encontrar curación. No obstante, a veces puede parecer como si tuviéramos que estudiar y orar para realmente alcanzar los envolventes brazos del Amor divino. Pero en verdad, somos las expresiones vivientes de la alegría y el amor de Dios, y ya moramos en el abrazo del Amor, Dios. La Ciencia Cristiana revela que la alegría y la armonía son aspectos omnipresentes de esta realidad, y es la consciencia de este Amor, que es nuestro verdadero hogar, donde podemos morar en el sereno reconocimiento de nuestra integridad y bienestar espirituales.  

Las ideas que aceptamos como verdaderas y los pensamientos que tenemos determinan cómo experimentamos la vida. En la medida en que pensamos concienzudamente en las enseñanzas de Cristo Jesús, moramos en la consciencia —el palaciego “hogar”— de la Verdad y el Amor infinitos.   

Al aceptar la falta de armonía o no aplicar las enseñanzas de la Ciencia Cristiana cuando enfrentamos un problema, podemos sentirnos paralizados por el miedo y el físico. Sin embargo, aun en esa instancia, la presencia eterna de Dios está con nosotros. Como escribió la Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, al comparar su experiencia con el viaje de los israelitas para salir de la esclavitud: “Vi ante mí el terrible conflicto, el Mar Rojo y el desierto; pero seguí avanzando con fe en Dios, confiando en la Verdad, el fuerte libertador, para que me guiara hacia la tierra de la Ciencia Cristiana, donde las cadenas caen...” (Ciencia y Salud, págs. 226-227).

Ser consumido por un “terrible conflicto” es vivir en un sentido creciente de error o maldad, lo opuesto a la Verdad, Dios, el bien. Cuanto más nos enfocamos en una condición perturbadora, incluso en un intento de sanarla, más real parece. Pero si, en cambio, seguimos adelante en “la tierra de la Ciencia Cristiana, donde las cadenas caen”, encontramos el bien allí mismo donde la condición errónea parecía tan real.

Al habitar en los pensamientos de Dios —manteniendo la Verdad y la armonía divina a la vanguardia de nuestro pensamiento— encontramos que la supuesta realidad de la enfermedad, la escasez e incluso la muerte comienza a desvanecerse. Asumir la responsabilidad por nuestro pensamiento, y pensar cada vez más como Jesús lo hizo, nos ayuda a reconocer el reino de Dios que el Maestro dijo está dentro de nosotros (véase Lucas 17:21) como la realidad presente.

La verdad se vuelve más interesante, más convincente, a medida que moramos en ella. Y podemos experimentarla en cualquier lugar y en cualquier momento en la medida en que persistamos en hacerlo. Como dice la Biblia acerca de Dios: “Tú guardarás en perfecta paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera” (Isaías 26:3).

Una manera de hacerlo es expresar profunda gratitud y amor por Dios, como lo hizo Jesús antes de resucitar a Lázaro de la muerte (véase Juan 11:41-44), y antes de alimentar a una multitud de cinco mil personas cuando solo se disponía de dos pececillos y cinco panes (véase Juan 6:5-13). Lázaro resucitó y esos miles fueron alimentados como resultado de la consciencia que tenía Jesús del bien expansivo de Dios.

También nosotros podemos estar en comunión con Dios, el bien infinito. Al despertar cada mañana, podemos dejar de lado la tentación de pensar en la falta de armonía o el dolor del ayer y, en cambio, elevar nuestro pensamiento por encima de un yo aparentemente separado de Dios. Podemos decir, por ejemplo, “Estoy muy agradecido por Ti, Dios mío. Te amo. Tú eres mi vida. Estoy muy agradecido y amo la Verdad que eres”. Expresar gratitud es un eco del Amor divino mismo y expande dinámicamente nuestro propio sentido del bien en la vida diaria. 

Una amiga mía dijo que después de tan solo una semana de expresar amor y gratitud a Dios cada mañana, y sentirlo sinceramente, toda su vida cambió. Después de mucho tiempo de sentirse estancada y tener dificultades para tomar decisiones con respecto a sacar adelante su vida, descubrió que todo cambió y pudo actuar con facilidad. La hipoteca de su casa fue aprobada, la compra de su hogar asegurada, y su solicitud para afiliarse a La Iglesia Madre (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston) fue aceptada. Ella escribió: “¡Vivo en un círculo de Amor, y me niego a salir de él!”.

Día tras día, incluso momento a momento, elegimos nuestro campamento mental: el reino de Dios, la Verdad inmortal o la esclavitud del error mortal. Es inútil y frustrante tratar de quedarse con un pie en cada campamento. Vivir con Dios, el bien, es nuestro estado original y natural. Por formar parte de la creación perfecta de Dios, cada uno de nosotros puede hacer esto.

Expresar gratitud y amor es a menudo todo lo que se necesita para ser conscientes de vivir en el reino de Dios, nuestro legítimo hogar. Esto es morar dentro de la órbita de los pensamientos de Dios. Expresar lo que comprendemos de Su amor infinito nos permite participar en ese amor y experimentar más de la paz perfecta de Dios: una sensación completa y estable de bienestar. La gratitud por Dios nos permite experimentarlo más allá de las palabras. También nos ayuda a comprender que nunca estaremos sin la bondad de Dios porque esa bondad es nuestro verdadero hogar.

¿Tratamos de manejar humanamente la enfermedad, el estrés, la decepción, la confusión, la angustia por las noticias, etc.? O, cuando nos sentimos cansados, indignos o deprimidos, ¿estamos dispuestos a cambiar nuestra forma de pensar y seguir adelante “hacia la tierra de la Ciencia Cristiana, donde las cadenas caen”?

No somos ni hemos sido jamás otra cosa que lo que Dios, el Principio perfecto, crea: el hombre perfecto. Esa es la verdadera identidad espiritual de cada uno de nosotros como activa autoexpresión del Principio.  

¿Anhelas alcanzar un sentido más profundo y claro de alegría y armonía, no solo leer palabras, sino expresar la Palabra de Dios como tu vida? ¿Estudias bien, pero sigues buscando una gema sanadora en la Biblia y en los escritos de la Sra. Eddy, como si todavía no hubieras encontrado al Cristo, la Verdad? El hecho es que el Cristo está aquí, y tenemos una invitación abierta a vivir en esa consciencia. Nada puede impedirnos aceptarlo, ni los errores, ni las injusticias, ni el miedo, ni ningún sentido de limitaciones personales o ego. 

Podemos elegir a cada momento cómo pensar. ¿Quieres morar en la Verdad y el Amor infinitos, en un hogar lleno del orden más elevado del pensamiento cristiano? Por supuesto que sí. Y puesto que eres el precioso hijo o hija de Dios, ese hogar siempre es tuyo para reclamarlo.

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